martes, 14 de octubre de 2014

Día de primavera

   Ayer fue un muy lindo día. No sólo por el clima, sino por lo que viví. Si bien hay muchas cosas para rescatar, voy a detallar una situación que me llamó particularmente la atención y me llenó de alegría.
   Después de almorzar juntos, fuimos con mi no-novia (no es que sea algo pasajero ni que haya otra chica que sea mi novia; es un término que usamos para describir lo que, siendo una relación de noviazgo, todavía no tiene ese nombre) y con su mini pequinés a tomar un helado a la plaza.  Después de terminar el helado nos quedamos un rato sentados, abrazados, charlando, viendo a la gente que estaba o pasaba por la plaza, al solcito. Simplemente me surgió pensar y decir desde el fondo de mi ser: “Qué bien se está así, che”.
   Unos minutos después vi una pareja de abuelos y estuve a punto de hacer un comentario, pero ella justo estaba hablando y no quise interrumpirla. Cuando terminó, hizo casi la misma observación que yo iba a hacer, acerca de la ternura que genera ver una pareja de abuelos caminando de la mano, que se entienden y se cuidan, que se ponen de acuerdo para hacer las compras y cuando vuelven llevan la bolsa grande agarrando cada uno una manija. Fue divertido que justo pensáramos lo mismo casi al mismo tiempo.
   Lo más divertido fue que dos minutos después llegó una pareja de abuelos pidiendo disculpas y preguntando si podíamos hacerles un lugar en el banco para sentarse a tomar mates al sol. ¡Fue mucha causalidad! Porque las cosas no pasan porque sí. Así que seguimos un ratito más así, como veníamos, pero ahora charlando con Chicha y Nelio, que son de Rosario, suelen venir de vacaciones a Mar del Plata, toman mate amargo, están casados desde hace 56 años y se conocen hace 64.
Yo tenía un compromiso, así que no pudimos estar mucho más tiempo así, pero cuando nos fuimos los saludamos con un beso a cada uno.
   Yo después me preguntaba qué fue lo que los movió, además de buscar un banco al sol, a acercarse a nosotros, entre otros bancos a los que podrían haber ido. Aunque no llegué a ninguna conclusión, algo es seguro: la vida está llena de sorpresas. Quiero contagiar alegría.

No hay comentarios: