Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013
Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no
tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir,
decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con
el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la
memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos
minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos
maravillosos días, recordando cada detalle. En segundo
lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la
televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a
la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo
compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi
alegría. Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la
intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico.
Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta
que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen
más cercana y personal de lo ocurrido. Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.
Viernes 26 de julio de 2013
Atención y paciencia, que esta parece ser la nota más extensa.
El 26 de julio son las patronales de mi querida Parroquia Santa Ana
o, mejor dicho y evitando el pronombre posesivo, la comunidad a la que
pertenezco. Con los chicos lo recordamos minutos después de levantarnos,
alrededor de las 8.15, y tuvimos a todos presentes durante el día. ¡El
día estaba hermoso!
Nos habíamos puesto de acuerdo
en ir a la última catequesis de la Jornada, que empezaba a las 9.00. Nos
pusimos a desayunar y yo estaba listo para salir 8.50, pero los chicos
siguieron desayunando con calma y prepararon café con leche para todos.
Aunque pensé en irme solo, callé y tomé agradecido el café con leche que
me habían preparado. Para mí seguía y sigue siendo importante respetar a
mis compañeros e intentar ser comunidad. Esperando que terminaran, se
hicieron 9.20 y yo ya estaba inquieto. Me armé de paciencia y no
demostré mis ansias (al menos eso creo). Entre una cosa y otra,
terminamos llegando casi a las 10.00...
El horario
para retirar el desayuno era, en teoría, de 7.00 a 8.00, con un margen
práctico aceptable hasta las 9.00. Por supuesto, nos retaron un poco. A
los chicos les causó gracia. A mí no tanto, ya que yo, habiéndola
disfrutado el día anterior, quería escuchar toda la catequesis. Me volví
a recordar que estaba en Río de Janeiro, ¡en la Jornada Mundial de la
Juventud! El mal humor no me iba a vencer. Fuimos a escuchar lo que
quedaba de la exposición y me predispuse a sacarle el mayor jugo
posible.
Como era de esperarse, lo que llegamos a
presenciar fue de tan buena calidad como el día anterior. La dirigió el
Cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La
Habana, Cuba. El hombre, además de ser muy claro, habla desde el
corazón, logrando expresar y contagiar una alegría inmensa. Destaco las
siguientes citas e ideas:
''Judas admiraba mucho a Jesús como líder, como maestro, como jefe de pueblo, pero no supo entregarle el corazón.''
''Una pregunta fundamental que debe hacerse todo seguidor de Jesús
es: ¿Qué ven los demás en mi? El cristiano auténtico tiene que poder
demostrar, de alguna forma, que el centro de su vida no es él mismo, que
ha entregado el corazón y que se pone al servicio de los demás. 'Algo'
diferente tiene.''
''Impacta la conversión de
aquellos que dicen no tener fe y llegan a la Iglesia comenzando a servir
a otros. Esa conversión empezó por el Amor. Entregaron el corazón antes
incluso de reconocer a Cristo en ese Amor.''
''Dicen que la palabra 'éxito' no está en el vocabulario de Dios.
Nuestra tarea, nuestro gozo, está en anunciarlo. Los frutos no nos
corresponden a nosotros.''
Terminó citando al
teólogo español Olegario González de Cardedal: ''¿Cuál es la misión del
cristiano? Hacer inolvidable a Jesucristo''
En lo
personal, me pareció hermoso tener la oportunidad de celebrar la
Eucaristía todos los días en la Jornada. El miércoles 24 no lo habíamos
hecho, así es que tenía un poco de ganas de quedarme. Por otro lado, los
chicos propusieron ir lo antes posible a la Feria vocacional,
recordándome que, en caso de preferirlo, podía quedarme. Decidí que era
mejor permanecer juntos. Además, la feria me intrigaba.
Antes de eso, pasamos a ver el Estadio Maracaná. Es, sin duda, una
estructura llamativa e imponente pero quizás por el hecho de que, aunque
me encanta jugar al fútbol (juego al menos dos veces por semana), no
soy simpatizante del ambiente y los negocios que rodean al fútbol
profesional, no puedo decir que me impresionó. De todos modos, aproveché
a comprar un regalo para una amiga que cumplía años ese día, con Calvo y
Ale nos sacamos una foto muy divertida colgados de unas lianas, y
disfruté de una carrera de velocidad (también con Calvo y Ale) de unos
100 metros por la senda para trote que rodea al estadio. Estando en
ojotas, corrí descalzo, de modo que mis pies sufrieron un poco. Uno de
los chicos se quedó a la mitad de camino por estar fuera de estado; con
el otro, la carrera fue muy pareja y consideramos que el resultado fue
un empate porque hubo una diferencia de pocos centímetros.
Ahora sí, nos dirigimos a la Feria. Era el mediodía, cerca de las
12.30. Acordamos que, si nos separábamos, nos encontraríamos todos a las
15.00 en la puerta del parque, mientras con Fran, Giu, Calvo y Ale
quedamos en vernos a las 14.00, por si alguno quería volver antes. En el
caso de no encontrarnos, la última opción sería encontrarnos
directamente en el departamento.
Hacía mucho calor.
Descansamos un poco y nos sacamos algunas fotos. Todo el parque es muy
bello, con un pequeño lago y muchos árboles frondosos. Para no perder
más tiempo, empezamos a recorrer. Primero vimos una gran zona, preciosa,
preparada para celebrar el sacramento de la Reconciliación. Al lado,
había una carpa de adoración. Entramos y rezamos un momento en persona
con Jesús. Desde hace algunos años tengo el hábito de, como momento
fuerte de oración diaria, pasar por el templo de la Parroquia Santa Ana y
charlar con Cristo en el sagrario, alrededor de las 12.30; como mi hora
de nacimiento fue a las 12.25, lo vivo también como una forma de
ofrecerle mi vida y mi día a Dios. Por lo tanto, aproveché y permanecí
un instante más que los chicos. Al salir, no los vi por ningún lado.
Pensé que ya me los cruzaría y me eché a caminar.
Conversé brevemente con unos scout junto a una estructura que habían
armado (un puente mono seguido de una tirolesa, ambos de unos 10 metros
de longitud, creo). Seguí caminando y llegué a los stands vocacionales.
¡Todo el parque estaba repleto de peregrinos! Imaginé que los stands más
atractivos eran los que tenían grupos de personas amontonados pero,
justamente por estar llenos, los pasé de largo. Del resto (calculo que
habría más de 100 stands), me acerqué a los que más me llamaron la
atención y conversé un poco. Debo mencionar que me sorprendió ver, en
proporción, pocos stands de religiosos varones y/o carismas
sacerdotales. Como sea, definitivamente es muy recomendable, para
alguien en discernimiento o inquietudes, visitar una feria vocacional.
Yo no estaba cuando sacaron esta foto, pero al fondo se ven los stands
Se hicieron las 14.00 y me dirigí al punto de encuentro. Llegué 14.10
y no vi a nadie. Pensé que, tanto si se habían ido, como si estaban aún
recorriendo la feria, sería difícil encontrarlos. Además, con la
cantidad de personas que había, seguro se complicaría todavía más volver
a Copacabana a medida que la hora del Via Crucis se acercara. Decidí
volver solo. Se suponía que después de las 13.00 la tarjeta de
transporte no funcionaría para el metro, pero me la jugué y me salió
bien. Estaba en casa antes de las 15.00.
En el
departamento no había nadie. Imaginé que los chicos estarían almorzando y
comí un sandwich, el fiambre que quedaba y lo que me restaba del kit de
desayuno. Fue algo triste almorzar solo, pero el silencio no siempre es
malo. Me puse a escribir parte del jueves mientras esperaba que
llegaran. A las 16.15 seguía solo y partí a la playa, dejando una nota
en la mesa, por las dudas.
Tenía la impresión de
que, llegando el Papa a las 17.00, ya el vallado estaría cerrado y,
efectivamente, resultó ser así. Caminé en un mar de gente hasta pasar el
punto 4. Para ese momento el Papa-móvil pasó y, poco después, se
abrieron las vallas. Al estar tan lejos del escenario, aunque seguía
habiendo un sinfin de personas y colores en todas las direcciones, se
podía andar y respirar. Me ubiqué encima de una estructura metálica que
se usa para hacer ejercicios, a unos metros de la arena y con una
pantalla bastante cerca. Desde allí, pude ver de cerca el comienzo y la
1º estación del Via Crucis, para luego ver por pantalla hasta la 4º.
Después me bajé y fui acercándome de a poco hacia el punto 2 entre
estacíon y estación, con la guía litúrgica del peregrino en la mano para
seguir el guión.
Esta foto la saqué arriba de la estructura metálica
Respecto del Via Crucis, debo decir que no fue lo que esperaba. Por
un lado, había mucho murmullo y movimiento, por lo que, a pesar del buen
sonido, era difícil escuchar y entender a los guías. Por otro lado, sin
menospreciar la gran producción, la hermosa escenografía y el
compromiso de los participantes, me resultó más bien un espectáculo,
cuando yo hubiese deseado un Via Crucis rezado, entre todos. Por
supuesto, es algo muy subjetivo. Lo cierto es que fue un muy lindo
espectáculo. Además, destaco algunos de los testimonios a modo de
meditación.
El cierre perfecto, sin embargo, fueron
las palabras de Francisco. La cercanía que alcanza es indescriptible. No
pronuncia un discurso o un sermón, sino que entabla diálogos, logrando
captar la atención de todos constantemente. En mi humilde opinión,
muchos personajes públicos de Argentina tienen mucho que aprender de su
retórica. Lo mejor de todo es que no tiene que esforzarse; se nota su
transparencia, su naturalidad. Relacionando las estaciones y los
personajes del Via Crucis, nos animó a cargar con nuestra cruz y
acompañar a Jesús, con una emoción que hizo arder corazones. A las 19.30
comenzaron las presentaciones musicales.
Moverse
solo tiene ventajas y desventajas. Una de las ventajas es la de abrirse
paso entre la multitud con mayor facilidad, sin la preocupación de
perder un miembro del grupo. En menos de lo que esperaba, estaba en el
departamento, donde me encontré con Chelo. Al poco tiempo llegó el
resto. Resulta ser que en la Feria vocacional, al salir de la carpa de
adoración, los pasé por al lado sin darme cuenta. Ellos fueron al punto
de encuentro a las 15.00 y, como se suponía que no podían usar el metro,
se tomaron un bus (colectivo). El problema fue que los buses no estaban
entrando en Copacabana y los dejó bastante lejos, desde donde tuvieron
que caminar para llegar al departamento y ''almorzar'' a las 17.00. No
pudieron llegar a la playa para el Via Crucis y lo vieron a través de
pantalla desde la calle.
Como sea, estuvimos
charlando un rato en el departamento y fuimos a comer cerca de las 22.00
hs. Había otro lugar enfrente que aceptaba la tarjeta del peregrino.
Pedimos strogonoff (papas pai, arroz blanco y dados de pollo con una
salsa especial). Tardaron en servirnos y el plato era abundante, por lo
que tardamos todavía más en terminarlo. La pasamos muy bien y nos reímos
mucho. Después de eso, volvimos y nos enteramos que la Vigilia en
Campus Fidei se había suspendido por inundación. Las ceremonias
restantes se habían pasado a las playas de Copacabana. En otras
palabras, no podríamos haber alquilado un departamento mejor ubicado.
Nos acostamos y la lluvia seguía purificando, en tanto aún resonaban las palabras de Francisco:
''Yo te pregunto a vos: ¿cómo quién querés ser? ¿Querés ser como
Poncio Pilato, que se lavó las manos y miró a otro lado? ¿O querés ser
como Simón de Cirene y las mujeres, que no tuvieron miedo de seguir a
Jesús?''
Creo que todos queremos responder con un
''sí'' a la última pregunta, pero todo lo que implica va mas allá
nuestro alcance, o del mío, por lo menos. Así, creo que la única
solución al dilema es ofrecer la vida y que sea el mismo Espíritu Santo
el que nos lleve a responder, no con palabras que se lleva el viento,
sino dando testimonio de ese Amor de entrega que queda grabado a fuego
en el corazón.