lunes, 25 de julio de 2011

Jugar de a Dos

Estos días me siento cansado. Pero no cansado de sueño, ni de cansancio intelectual de estar quemado. Con fiaca, digo. Al fin y al cabo, no deja de ser cansancio. Puede ser por el hecho de no haber tenido vacaciones, pero no viene al caso. A lo que apunto es a que venía pensando en esto mientras luchaba por no dormirme en el colectivo, y me acordé de algo que me suelen preguntar. Hay muchas personas, en general, que cuando me notan cansado y me piden explicarles lo que hago de mi vida, se sorprenden por las actividades que llevo a cabo. Aunque bueno, a decir verdad, más que preguntarme cómo hago para llevar adelante todo, me afirman que estoy loco. Y la realidad es que, a pesar del cansancio que puedo llegar a tener de vez en cuando, disfruto muchísimo todo lo que hago. Pero eso no es todo, porque lo cierto es que además de plenificarme, mis actividades me cuidan del tiempo libre.

Si bien muchas veces puedo llegar a quejarme, diciendo que me gustaría tener un poco de tiempo libre, en ocasiones no me es tan grato como uno esperaría. Simplemente cuando no tengo nada que hacer, lo único que me queda por hacer es pensar. Y he aquí mi problema, porque en esas situaciones, cuando me pongo a pensar, caigo en cuenta de que me siento solo...

No hablo de la soledad ocasionada por la falta de presencia familiar, ni mucho menos por falta de amistades. Hablo de la falta de compañía afectiva. Así es, puede sonar raro, pero de a ratos siento que me falta una compañera. Alguien con quien compartir las tardes en las que no tengo nada para hacer, tirados en el sillón, viendo alguna peli y tomando unos mates con bizcochitos, con unas caricias de labios, de a ratos. O por ahí solo alguien con quien salir a caminar y charlar, hasta que se largue a llover, y entonces correr a escondernos bajo algún techito y abrazarnos, con frío, pero sonriendo por la magia del momento. Simplemente a veces me surge la necesidad de tener alguien con quien compartir una conversación de mil palabras con tan solo una mirada; alguien a quien contarle todas mis anécdotas sin que se canse de escucharme; alguien con quien compartir silencios, alegrías, llantos, broncas y risas día a día. En pocas palabras, alguien a quien dedicarle todo lo que siento, pienso, digo, canto o escribo...

Después de todo, muchos juegos se juegan de a dos. Y es que si ya es toda una aventura tan solo imaginarla, no llego a pensar lo que me espera al encontrarla...

lunes, 18 de julio de 2011

De Relojes y Sonrisas

Es curioso cómo funcionan los relojes. De alguna forma, el relojero se las ingenia para que quién sabe cuántas tuercas, tornillos y pequeñas piezas se ajusten perfectamente en el diseño y logren funcionar como un todo. Así, cada pieza, sin necesariamente conocer la existencia o la tarea de las demás, actuando por su propia cuenta, llega a darle algo de sentido a algo tan abstracto como el tiempo. Muchas veces me pregunto si nosotros no seremos otra cosa que engranajes en el diseño del Relojero...

Salgo de trabajar y cruzo la avenida para llegar a a la parada de colectivo. Generalmente tengo que esperar cuanto menos 5 minutos hasta que llegue el 541 o el 542, pero esta vez dio la casualidad que, apenas al llegar a la parada, veo al 542 a punto de doblar a una cuadra. Me lo tomo y como de costumbre me fijo si hay asientos por el fondo donde poder sentarme, y ya empiezo a pensar en cómo me voy a quedar dormido antes de llegar a Independencia. Pero no, porque al dar dos pasos escucho una voz que me dice: ''che, flaco''. Me doy vuelta y lo veo al Negro Cristian sentado. Me sorprende porque se suponía que estaba en Tandil, así que le pregunto, y da la casualidad de que justo se pegó una escapadita para conocer al sobrino que acaba de nacer (su primer sobrino). Con la conversación, no solo me mantengo despierto, sino que el viaje se me hace mucho más corto y no me cansa como todos los días.

Llegando a Jara el Negro se bajaba. Yo tengo la costumbre de bajarme en Jara, para pasar por la puerta de la casa de unos amigos para ver si me los cruzo, pero hoy por alguna razón me decidí a bajarme en Marconi. Al bajar y caminar unos 10 metros dio la casualidad de que me crucé a un hombre conocido al que no veía desde hace años. Si bien la charla duró unos diez segundos, fue bueno verlo. Sigo caminando y paso por al lado de un flaco que caminaba con la nena ''a upa''. Tenía cara de preocupado, e iba mirando para todos lados. Yo sigo caminando y, sin querer, escucho de casualidad: ''La puta madre, ¿dónde andará?''. ''¿Qué cosa, papi?'', pregunta la nena. ''Tu camperita, no se dónde se habrá caído''. Sigo caminando y no puedo dejar de notar que el flaco se da por vencido y pega la vuelta para seguir su rumbo. Dos cuadras más adelante, de casualidad, yo encuentro la camperita en la calle y vuelvo trotando unas 4 cuadras para alcanzársela. El flaco, super agradecido y con una sonrisa enorme, me da la mano, y yo no puedo dejar de sonreírle de vuelta.

Casualidades...casualidades...¿casualidades o causalidades? ¿Acaso todo en esta vida es simple fruto del azar? Deteniéndome un minuto a pensar al respecto, simplemente no puedo dejar de creer que, si el colectivo paso rápido, si no me cansó tanto el viaje, si me crucé con un conocido que me entretuvo un momento, todo fue para que yo escuchara al flaco en el momento justo para saber lo que andaba buscando y poder devolvérselo al encontrarlo. Simplemente no puedo creer que todo lo que hacemos, pensamos y vivimos sean hechos o acciones independientes sin conexión alguna entre ellas. Todo, TODO tiene un sentido, una razón, un por qué. ¿Cuál es? Es una pregunta cuya respuesta concreta y completa dudo mucho me sea revelada por lo pronto. Pero no hace falta, porque para Creer en el Diseño, al menos de momento, me alcanza con una sonrisa...

lunes, 11 de julio de 2011

Brillar la Vida

Algo que me gusta de tener que levantarme a la mañana es que, llegando al trabajo, tengo la dicha de poder ver el Sol asomando su rostro, o cerca del horizonte. Puede ser que simplemente yo sea cursi, pero siempre me fascinó ver al mar reflejando el imponente brillo de cada nuevo día. Muchas veces la imagen se complementa con unas cuantas nubes de adorno, que me recuerdan que algo cuyo alcance damos tan por sentado tener a mano, como lo es el agua, puede llegar tan alto.

''Nunca digas nunca'', cantaba un palomo simpático en una película de mi infancia, acerca de un ratoncito que llegaba al Nuevo Mundo. En estos últimos días me vengo dando cuenta de cuánta razón tenía...

De alguna forma, las personas tendemos a dar por sentadas algunas cosas. Simplemente nos acostumbramos. Nos acostumbramos al estudio, al trabajo, a la familia, a los amigos, a los colectivos, a la comida, a la música, al tiempo, a la tecnología, a la rutina. En pocas palabras, nos acostumbramos a la vida. Y me parece que es un error fatal, porque en el momento en que sentimos que nos falta alguno de estos cimientos, todo nuestro mundo puede desmoronarse.

Veo a quienes afirman tener miedo de tomar una decisión por haber olvidado cómo era todo antes de... Escucho a quienes no tienen esperanzas de que las cosas mejoren. Pero admiro a quienes, a pesar de todas las dificultades, siempre ponen la mejor cara y logran salir adelante con voluntad. Yo creo que ser feliz depende de uno, que ver el vaso medio lleno es cuestión de levantarse y decirse a sí mismo ''hoy quiero estar bien'', y aprovechar cada oportunidad.

Hoy fue un día curioso. Por algún motivo, varias cosas que yo daba por sentadas tuvieron una vuelta de tuerca. Me levanté y no tenía sueño; en el trabajo realmente me reí bastante; en pleno viaje de colectivo una mujer se puso a cantar de una forma bastante graciosa; y me dejé llevar por un impulso. Esto último fue lo que más me asombró, porque en los impulsos que yo suelo seguir, generalmente solo pongo en riesgo un poco de salud física, superficial,en busca de una descarga de adrenalina y risa. En cambio, cuando se trata de impulsos en los que dejo vulnerable a mi interior, a mis sentimientos, a mi corazón (se podría decir más poéticamente), me suelo paralizar por timidez o miedo a que las cosas no salgan como me gustaría, y me suelo quedar con la duda de qué podría haber pasado. Pero una conversación que tuve hace unos días me hizo caer en cuenta de que el tren que pierda, quizás no vuelva a pasar. Por eso me arriesgué, y tuve una mejor respuesta de la que esperaba.

''Nunca digas nunca'', escuchaba yo de chiquito, y apenas 15 años después comienzo a comprender. Hoy aprendí que, en lo que se supone que sea un día como cualquier otro, todo puede pasar; que depende de uno quedarse con el cielo nublado, o con el Sol que aguarda detrás de las nubes. Supongo que también depende de uno esperar a que la vida le brille, o ponerle brillo a la vida...

lunes, 4 de julio de 2011

Sonríe al Sol

Escucha el viento; sonríe al sol
Transforma el aire a tu alrededor
Que tus ojos te den alas
Y haz que tus sueños se cumplan hoy


Nunca entendí bien al corazón
pero una chica me lo robó
Mi cabeza no razona;
un solo beso me desarmó

Metí la pata una vez o dos;
el Flaco nunca me abandonó
Aunque parezca una locura:
ser feliz lo elijo yo

Escucha el viento; sonríe al sol
Transforma el aire a tu alrededor
Que tus ojos te den alas
Y haz que tus sueños se cumplan hoy


Unos mates con amigos
y una guitarra me hacen quien soy
No necesito el cigarrillo,
ni la droga, ni el alcohol

Cuando la lluvia me bajoneó
el arco iris me reanimó
Yo sé que el tiempo y la vida cansan
pero mañana será mejor

Escucha el viento; sonríe al sol
Transforma el aire a tu alrededor
Que tus ojos te den alas
Y haz que tus sueños se cumplan hoy

Escucha el viento; sonríe al sol
Transforma el aire a tu alrededor
Que tus ojos te den alas
Y haz que tus sueños se cumplan hoy

Haz que tus sueños se cumplan hoy
Porque mañana será mejor
Haz de tus sueños una canción