lunes, 26 de septiembre de 2011

Una caja

Una caja es: una nave espacial; un auto de carreras; una moto; una canoa en el río; un castillo; un barco pirata; una casa del árbol; un escondite secreto; una cama; un avión; una guitarra; todo lo que puedas soñar... Bueno, al menos así era de chiquitos.

''Con qué poco se divierten los chicos'', nos gusta pensar cuando vemos a un niño divirtiéndose de esa forma que ya nos cuesta recrear. De alguna forma lo añoramos. No deja de escapársenos una sonrisa, al recordar el ''rancho'' que armamos con nuestro hermano o amigo en nuestro cuarto o en el patio.

Hace unos días surgió la idea de escribir algo sobre los abuelos. Me pareció interesante, pero complicado. A mi abuela paterna no la llegué a conocer; mi abuelo materno, al que quería mucho, falleció cuando tenía 3 o 4 años; mi abuelo paterno se fue hace unos 8 años, y nunca tuve una gran relación con él. La mamá de mi mamá sigue siendo joven en un cuerpo añejado, y la quiero muchísimo, pero vive en San Fernando y no la veo seguido. Quizás, si hubiese tenido unos de esos abuelitos adoptados, sería tarea más sencilla hablar sobre ellos. Pero por algo pasan las cosas.

¿Qué imagen tengo, entonces, de los abuelitos? Seguramente es sólo idea mía, pero me gusta pensar que unos buenos abuelitos sonríen a pesar de la artritis o del dolor de espalda; tienen siempre alguna golosina, así como algún piropo que lanzarle a un/a joven simpático/a; podrían pasarse otra vida entera contando historias de lo que vivieron; y si no los vemos corriendo, saltando y bailando todo el tiempo, es sólo lo que se ve en el exterior, porque muy dentro suyo se la pasan de fiesta.

Puedo equivocarme, por supuesto. A lo mejor estoy inventándolo todo porque a mi me gustaría ser así algún día. O a lo mejor lo esconden bien, de forma que no dejemos de sorprendernos el día que tengamos al bebé de nuestro bebé en los brazos. Quizás es tan hermoso que resulta imposible de expresar. De cualquier forma, me parece que lo mejor es seguir creyendo que todo es así, y que la frase que mencioné antes es 120% aplicable a los abuelitos. No veo por qué si al arrancar el día tenemos esa curiosa capacidad de asombro, y aunque la perdamos en las actividades de la tarde, no podemos recuperarla al llegar al ocaso de nuestras vidas.

Siempre me gusto la comparación del paso de la vida con el paso del día. ¿Podrá ser entonces que la caja es en realidad la vida misma, que nos puede llevar a donde soñemos? Será sólo cuestión de recordar cómo soñar... Sin pensarlo dos veces me la juego a que aprender a jugar vale lo suficiente como para esperar toda una vida. Quizás el camino nos enseñe las reglas que habrá que romper para poder viajar en esa caja hacia...

Aunque sea secreto de los abuelitos, quiero creer que las cosas son así. Después de todo, si es cierto que uno aprende a ser hijo al convertirse en padre, supongo que se debe aprender a ser niño al jugar con un nieto.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un montón de ideas

18 de Agosto.

A primera vista, no parece ser una fecha con nada interesante en particular. Sin embargo, ahora resulta bastante significativa para mí. Hace exactamente un año decidí publicar una de las primeras cosas que escribí. No soy un escritor en serio, ni me acerco, pero este lenguaje me permitió expresarme mucho más de lo que lo había hecho en mucho tiempo.

De alguna forma, al plasmar en palabras algunas confesiones, reflexiones, experiencias, ideas o lo que sea, que muy pocos o nadie conocían de mi, empecé a ser más libre en mi vida cotidiana. Es curioso, y parece mentira, pero de alguna forma el escribir no sólo me deja estar inmerso de a ratos en algún mundo creado por mi imaginación, sino también estar inmerso con más seguridad en el mundo real, que de a poco toma más color y sonrisas. Si bien añoro ciertos momentos en particular, y a pesar de que no dejó de ser un año difícil, como tantos otros, creo que este último año fue el más feliz (hasta el momento) de mi corta vida.

¿Por qué escribo? Escribo porque me hace bien, porque me gusta. Sirve muchísimo para descargar ciertas emociones, para demostrar sensaciones que suele costar describir de forma sencilla. Y de yapa, quizás, y solo quizás, lo que escribo puede llegar a serle útil a alguien que lo lea. Vuelvo a decir, no pretendo ser un escritor. Pero así como no hace falta ser chef para disfrutar de cocinar o comer, creo que no hace falta ser escritor para disfrutar de escribir o leer. Simplemente soy alguien que va madurando de a poco un pasatiempo, si se quiere, que sirve a todos los fines como medio de expresión. Pero estoy contento de animarme a hacerlo.

Escribir y leer son, creo yo, dejarse llevar por ciertos anhelos de nuestra mente y corazón, que se funden maravillosamente con experiencias de la vida real y alguna que otra linda sensación. Es levantarte con el pie izquierdo o irte a dormir malhumorado, y despertarte con el canto de unos pájaros en un campamento o acostarte escuchando la música que más te gusta, todo al mismo tiempo. Es encontrar mil imágenes para una palabra y dibujar con mil palabras una imagen que no pensábamos posible traducir. Es estar en más de un lugar al mismo tiempo: en tu cama, sillón, playa o balcón, y en un desierto del futuro, una ciudad del pasado, o un mundo fantástico sin tiempo. Es recrear esa situación, dolorosa o dichosa, que nos marcó la vida, y la oportunidad de darle un final feliz, si así lo queremos. Es dejar de lado los miedos para atreverse a saltar sin paracaídas o correr por una sierra con los ojos cerrados. Es inventar arco-iris con una mirada y despejar una tormenta con una sonrisa. Es tomar mates y charlar con ESA persona. Es decirle a tu familia (amigos incluidos) que sos quien sos por ellos. Puede ser tan sólo perderse en un montón de ideas, o puede ser, sobre todas las cosas, descubrirse a uno mismo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Una Noche de Sorpresas

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una princesita que vivía en un castillo cuidado por un dragón negro. No era como cualquier princesa. Tenía una mirada llena de ternura y su voz y forma de hablar desbordaban de dulzura. Además tenía muchos, muchos amigos, y a cada rato le permitía a algún que otro payaso estar en su castillo para reír juntos y tomar unos mates. Todos eran muy felices en su compañía, pero faltaba algo.

La pequeña era muy exigente consigo misma y siempre demostraba su cariño. Estas cosas no son malas en sí, pero en ocasiones le generaban ciertas situaciones de cansancio o confusión, lo que la afligía. Además tenía muchos sueños, como cualquier joven. De modo que, como cualquier joven, de vez en cuando sentía que su cabeza iba a explotar. Quizás lo que le faltaba era crecer un poco más.

Así es como su familia decidió hacerle una fiesta para que, por una noche, no se preocupara tanto, y no pensara en nada más que en pasarla bien. Sabían que ella deseaba hacer una para reunir a todos sus seres queridos. No sólo su familia, sino también algunos payasos, unas estrellas e incluso un par de ángeles que le tenían mucho afecto, se sumaron a la preparación.

Por varios meses trabajaron y trabajaron para que la fiesta estuviese llena de alegría y color. Finalmente el día llegó. Ella se haría esperar, según la tradición, así que todos estaban ansiosos por verla y saludarla con un beso o un abrazo. Mientras tanto jugaban un poco, reían y conversaban acerca de cómo luciría cuando apareciera. Antes de que se dieran cuenta entró al salón, y todas las miradas se dirigieron a ella. Estaba más hermosa que nunca, y sus ojos brillaban de emoción. ''¡Cuánta gente!'', pensó, mientras sentía que su corazón saltaba de felicidad.

Más bien no fue hace tanto tiempo, y el dragón negro es en realidad un gato. Y bueno, quizás no era un castillo tanto como una casa llena de amor. Pero esos detalles no importan, porque hoy sólo importa esa princesita.

Todos los que hoy estamos acá estamos por vos. Estamos porque no podíamos dejar de estar. Porque cada vez que te vemos nos sacás una sonrisa. Porque no nos deja de sorprender tu sencillez y ternura. Porque nos das abrigo en días de lluvia. Porque nos gusta verte bien y verte crecer. Y es justamente hoy que volvés a crecer y dejás de ser una princesita para convertirte en una princesa. Seguís y seguirás siendo la Pichu, Amy o Aimecita, pero a partir de hoy cumplir tus sueños va a ser una decisión tuya y de nadie más. No te asustes, que vamos a acompañarte en esa aventura. Pensamos que sería lindo empezar cumpliendo este gran sueño de los 15...

A disfrutar, que es tu noche, Princesa :)

¡¡¡Te queremos mucho mucho y te deseamos un re feliz cumple!!!

lunes, 5 de septiembre de 2011

Veinte

Me acuerdo que hace varios años, cuando todavía éramos chicos y era raro saludar a otros varones con un beso, uno de mis mejores amigos en ese momento me comentó que él no tenía problemas en hacerlo, porque así demostraba su cariño, y saludaba a esa persona en caso de que pudiera pasar algo que evitara volver a verla. En su momento me sacudió mucho la idea de no volver a ver a un amigo. Sería que en el fondo sabía que tenía razón. Curioso es en verdad que hace mucho no escucho nada de él.

Hola, ¿qué tal? ¿Cómo andas? ¿Todo bien? ¿Qué contas?
Dale, dale, hablamos. Nos vemos. Chau. Adiós. Hasta luego.
Hasta luego. Siempre me llama la atención cómo usamos este saludo siendo que incluso ciertas veces estamos casi seguros de no volver a ver por mucho tiempo a la persona que saludamos, si es que alguna vez volvemos a verla.

Yo, personalmente, suelo saludar con un hasta luego. Muchas veces no me doy cuenta del profundo significado que tiene la frase. Quizás inconscientemente tengo el deseo de volver a ver a la persona que saludo, o de volver a tener la dicha de disfrutar un momento como el que termina con esas palabras.

Al que quiera intentar entenderme un poquito más, le recomiendo mucho escuchar la ''Canción del Adiós Scout'', una de mis favoritas. Me trae muchos recuerdos. Muchas caras que ya no veo.

Llegó el día del Amigo. Me hace pensar en cada una de esas personas que fueron y/o son muy importantes para mi y de las que hace tiempo no se nada. Así y todo, sigue siendo uno de mis días preferidos en el año. Es un día que mando al carajo todas las responsabilidades que tengo porque realmente sólo me importa poder pasar un rato con los que más quiero, yendo de acá para allá por toda la ciudad a lo largo del día, con tal de dar o recibir un abrazo que vale totalmente la pena.

Hoy no tengo ninguna historia linda, ni mensaje reflexivo para ponerlos a pensar, si es que alguna vez logré eso. Lo cierto es que, cuando puse en marcha este proyecto de escribir algo cada tanto, una de las razones era llevar una especie de diario de mi vida. Así es que siempre pensé en escribir alguna que otra confesión, y eso es lo que hoy leen, si tienen ganas. Por eso, sin más vueltas de las que ya di, termino con la idea que reina ahora mismo en mi cabeza, idea simple, pero que sale del corazón.

Hace algún tiempo me jactaba de tener muchos amigos y amigas. Hoy simplemente disfruto del hecho de saber que los que tengo, son de los buenos.

Sepan disculparme si alguna vez perdemos el contacto. Más allá de mi cuelgue, tengo la confianza de poder saludarlos con un sincero ''hasta luego''. Siempre acompañado de un abrazo fuerte ;)