sábado, 31 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (10º y 11º días)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Martes 30 y miércoles 31 de julio de 2013

    Viaje de regreso...

    Nos levantamos a las 8.00 para terminar de armar nuestras cosas y limpiar el departamento con tiempo. Yo no tardé tanto porque había dejado casi todo listo. Sin embargo, el ratito que estuvimos con las valijas fue divertido escuchar a Calvito al canto de: ''si nos organizamos metemos todo''.

    Mientras las chicas y Chelo terminaban de acomodar lo suyo (lo que les llevó un poco más de tiempo que a nosotros), preparamos el desayuno. Disfrutamos el último desayuno en Río de Janeiro riendo como siempre, aunque también con algo de nostalgia. Después de eso, dejamos toda la casa en orden, nos despedimos de Ruth y pedimos los taxis para ir a los aeropuertos (Caro y Chelo iban a uno y el resto al otro aeropuerto de la ciudad), aproximadamente a las 12.30.



    Durante el trayecto en taxi, miraba para todos lados respirando profundo. El día estaba bellísimo y la ciudad, llena de vida. Miré por última vez las playas, el Pan de Azúcar y la Catedral Metropolitana, intentando grabar las imágenes en mi mente. Llegamos al aeropuerto (que estaba repleto de peregrinos), despachamos las valijas y recorrimos locales para hacer algo de tiempo. Después esperamos un poco más, en lo que estuve escribiendo, y finalmente llegó la hora de partir. Saludamos al Cristo Redentor a través de una ventana y subimos al avión para despegar alrededor de las 17.00.

    El resto del viaje no fue demasiado interesante, o al menos eso pareció con el cansancio que teníamos. Sin embargo, lo comento para completar el relato. El regreso, como la ida, tuvo un trasbordo en San Pablo. Desde el avión se veía un mar de nubes a lo lejos, islas y ciudades decoradas de verde, y barcos por aquí y por allá en las masas de agua. El aterrizaje fue curioso porque el aeropuerto al que arribamos estaba en medio de San Pablo (es una expresión), por lo que, al descender, uno tenía la impresión de pasar muy cerca de los edificios. Una vez que levantamos las valijas, tuvimos que esperar cerca de una hora para tomar un colectivo que nos llevó al otro aeropuerto de San Pablo, donde esperamos un poco más hasta tomar el último avión del viaje a las 23.30.

    Calvito, que no disfrutó los vuelos tanto como nosotros, se pegó un susto ante el rumor de que el avión quizás haría una parada en Paraguay antes de dirigirse para Bs.As., pero fue sólo un rumor. Cerca de la 1.30 del miércoles nos encontrábamos en tierra firme, en Ezeiza. Ahora era cuestión de esperar unas horas para poder subirnos al Tienda León que nos llevaría de regreso con los nuestros. Yo aún estaba atrasado con el diario de viaje, por lo que le dije a los chicos que durmieran tranquilos mientras escribía y vigilaba nuestras pertenencias. Por supuesto, escribí caminando para no dormirme, pero logré ponerme al día con tiempo de sobra. Cuando mis amigos se despertaron, compramos unas aguas saborizadas y unas galletitas para matar la sed y tener algo en el estómago. Partimos entre las 5.00 y las 6.00 de la mañana. El Tienda León volvió a hacer una parada en Minotauro, donde estiramos las piernas y tomamos aire. Llegamos a Mar del Plata alrededor del mediodía. Ya en la ruta era evidente el cambio climático. La Feliz nos recibió con lluvia y frío.

    Mi hermano menor y mi mamá me estaban esperando. En cuanto llegué a casa, me bañé, desarmé la valija y fui a la casa de uno de mis mejores amigos, ya que era su cumpleaños. A la tarde volví a mi casa para acomodarme un poco y a la noche regresé a la suya para terminar de festejar. Recién cuando me acosté en mi cama y cerré los ojos, di por finalizado el viaje.

    El lunes 29, cuando caminábamos por las playas de Copacabana al atardecer, sacando fotos y respirando ese aire de paz propio de la Jornada que aún permanecía, pensaba qué cierre podía darle a estas crónicas. Entonces enfoqué mis ideas en las expectativas que había tenido del viaje. Con un par de amigos muchas veces hablamos de dejarnos sorprender. Cuando uno genera muchas expectativas corre el riesgo de decepcionarse al no vivir exactamente lo que deseaba (como, efectivamente, le sucedió a más de un conocido). En cambio, la experiencia de algunos viajes únicos enseña que cuando uno se presenta ante lo desconocido con una actitud de niño, siempre dispuesto a maravillarse con las pequeñeces que hacen de la vida algo hermoso, se descubren muchos signos que le dan sentido al gran panorama.

    Esa tarde yo pequé de pensar, en un momento, que la semana no había sido del todo perfecta y que hubiese podido serlo por completo de haber llegado a ver a una persona en particular. En seguida me reté a mi mismo y sonreí al caer en cuenta que todo el viaje fue absolutamente perfecto. ¿Cómo? ¿Acaso no hubo cosas que me molestaron? ¿No me quedé con ganas de participar de algunas actividades? ¿No hubiese sido mejor tener la oportunidad de vivir la Vigilia en Campus Fidei, como estaba planeado en un principio? Quizás sí; a lo mejor, no tanto. En primer lugar, esta clase de viajes no duran solo diez días, sino que resultan eternos y uno puede regresar cerrando los ojos y respirando profundo. Por otro lado, como la vida misma, cada segundo de la JMJ y cada segundo en el que tengo la dicha de respirar, tiene un propósito que va más allá de mi comprensión. Tenía la seguridad de que mucho de lo vivido tardaría un tiempo más en madurar dentro de mi corazón y mi mente, para poder apreciarlo en toda su magnitud.

    No sé si estoy listo, pero volví con el deseo, con el anhelo, con el sueño de hacer discípulos a todos los pueblos, acompañado de una gran familia unida en un mismo Espíritu. Esa gran imagen, esa gran película, esa gran historia que se escribe letra por letra desde el día en que dos células se unieron hasta el día en que cierre los ojos por última vez, cobra su mayor sentido al ofrecerla, al compartirla, al entregarla, siempre a la luz de aquella gran entrega de cruz. Quiero ser testigo del Amor.

jueves, 29 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (9º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Lunes 29 de julio de 2013

    Despedirse de Copacabana...

    Era el último día para disfrutar al máximo, así que nos levantamos 7.30 para ir temprano a la playa. El día fue una bendición: no hacía demasiado calor, el agua estaba hermosa, algunas nubes resguardaban del castigo del sol, no había tanta gente y casi no había viento. Nos relajamos y aprovechamos. Algunas parejas de peregrinos nos pidieron permiso para dejar sus pertenencias por un rato. Una de ellas era de Polonia.

Calvito haciendo un pozo
Calvito haciendo un pozo

Con amigos polacos
Con amigos polacos


    Cerca de las 10.30 nos hicieron una breve nota para televisión argentina. Cerca del mediodía, Chelo compró unos camarones y me animé a probarlos por primera vez, lo que es mucho decir, ya que no como nada pescado. Reconozco que me gustaron. También tomamos caipirinha.

Chelo preparando caipirinha
Chelo preparando caipirinha

Tomando caipirinha recién preparada
Tomando caipirinha recién preparada


    Poco después se nubló (tampoco tanto) y refrescó. Compramos lasagna en la pizzería y almorzamos en el departamento. A las 15 fuimos de nuevo a la playa, sólo que esta vez en sentido opuesto a Ipanema, pasando por el escenario de la JMJ. Estaba algo fresco, es decir, como para estar en remera o camisa y no sólo en malla. Además, tenía la piel muy colorada por haberme quemado a la mañana. Tomamos mate y nos sacamos bastantes fotos. Volvimos caminando por la orilla pasadas las 17.00 y contemplamos todo sin poder creer que ya casi era tiempo de irnos.

Se puede ver que yo estaba un poquitito rojo
Se puede ver que yo estaba un poquitito rojo

Huellas en la arena. Siempre caminando
Huellas en la arena. Siempre caminando


A lo lejos, Cristo Redentor al atardecer
A lo lejos, Cristo Redentor al atardecer


    Habíamos quedado en encontrarnos con los seminaristas a las 20.30 en la estación de metro de Cardenal Arcoverde (en Copacabana) para ir a cenar, así que las chicas fueron al departamento a bañarse mientras uno de los chicos y yo fuimos a buscar remeras por la costa. Caminamos mucho, pero finalmente conseguí lo que buscaba. Volvimos al departamento para bañarnos y las chicas fueron a hacer más compras. A las 20.30 no habían vuelto, por lo que salimos hacia la estación de metro. Allí nos encontramos todos para esperar a los seminaristas, que no tardaron en llegar.

    La noche estaba bella. Caminamos un poco y cenamos en un pequeño restaurante. Algunos pidieron bife carioca (churrasco, arroz, fejoada, papas fritas y huevo frito) y otros comimos un plato similar, sin huevo frito y con un filé de cerdo en lugar del churrasco. Tras eso, quisimos brindar todos juntos con caipirinha (y un coco) en un chiringo de las playas de Copacabana. Fue un hermoso cierre del viaje.

De izquierda a derecha: Giu, Caro, Chelo, Vi (yo), Maxi, Franchi, Gusti, Calvo
De izquierda a derecha: Giu, Caro, Chelo, Vi (yo), Maxi, Franchi, Gusti, Calvo


    Compartiendo anécdotas de la semana, reímos y, de algún modo, evaluamos la Jornada. Todos coincidimos en que el pueblo brasilero es muy cálido y expresa una inmensa alegría. Por otro lado, en general, todos estaban muy disconformes con la organización.

    Por mencionar los principales puntos negativos, el sistema de información de los voluntarios no anduvo del todo bien; hubo problemas con muchas acreditaciones; los vallados se cerraban por completo muy temprano y, antes de eso, los pasos de un lado a otro resultaban muy difíciles (si no imposibles), generando mucha tensión; la peregrinación por la ciudad que suplantó la caminata a Campus Fidei podría haber sido guiada con oración y/o animación; los kits de comida para la Vigilia podrían y deberían haberse entregado en más de dos puntos de encuentro; muchas tarjetas de transporte fallaron los días 26 y 27; podrían haberse colocado más tachos de residuos en la playa para la noche de la Vigilia; las tarjetas de comida estaban pensadas para destinar R$15 (quince reales) por comida, pero muchos de los menú del peregrino no incluían bebida y el agua corriente de Río no es potable, por lo que deberían haber tenido un mayor saldo.

    Para hacer justicia con los puntos positivos, la ciudad en general recibió muy bien a los peregrinos; se declararon feriados los días de mayor congestión de los medios de transporte debido a la Jornada; las pantallas en la playa estaban bien ubicadas y el sonido era excelente; hubo buena seguridad (aunque casi no se pidieron credenciales de la Jornada) y se cuidó mucho a los peregrinos; los centros de catequesis fueron numerosos y accesibles a todos; las catequesis contaron con muy buenos oradores; los kits de desayuno fueron muy completos; muchos locales recibieron la tarjeta del peregrino y la mayoría tenía un cartel que lo indicaba; hubo una buena oferta de actividades culturales y shows musicales; y muchas cosas más.

    Así es que comparto que muchas cosas podrían haberse hecho mejor pero, ¿acaso no siempre es así? Aunque quiera ponerme en el lugar de los responsables y del comité de organización, me resulta imposible imaginar de qué manera se puede evitar que se vaya de las manos un encuentro de nada más y nada menos que ¡3.000.000 de personas!

    Ya no se veían tantos participantes de la Jornada y, con la ciudad volviendo de a poco a la normalidad, a las 0.00 uno no se sentía tan seguro en la calle. Saludamos afectuosamente a los seminaristas (que se tomaron un taxi), ya que no los veríamos hasta octubre, y luego volvimos a casa a descansar.

    Antes de acostarnos, empezamos a armar las valijas. Parecía mentira... Estuvimos sólo nueve días, pero todo se sentía tan natural que por momentos olvidábamos que estábamos muy lejos de nuestras familias. Río parecía nuestro hogar. Mejor dicho, la Jornada Mundial de la Juventud ES el hogar de todos los jóvenes del mundo.


    ''Que bien se está aquí'', decía Pedro en la montaña... El sucesor de Pedro recordó esas palabras, agregando el mensaje de Jesús: ''Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos''.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (8º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Domingo 28 de julio de 2013
   Último día de la Jornada Mundial de la Juventud...

    Nos levantamos pasadas las 7.00 para ir alrededor de las 8.00 a la playa. Ya estaba todo vallado, así que esperamos un buen rato. A medida que se acercaba la hora del paso de Francisco hacia el escenario, como las otras veces, la gente se inquietaba y comprimía. Aproveché el tiempo para continuar con el diario de viaje y me causó algo de gracia que algunas peregrinas de Brasil arldedor nuestro miraban mi cuaderno con curiosidad.

    El Papa pasó a eso de las 9.30 y, una vez más, pudimos verlo de cerca. Fue la última vez. Se abrieron las vallas y nos acercamos a la playa. Antes de arrancar la misa, todos los participantes de la JMJ hicimos, supuestamente, el flashmob más grande del mundo. Aunque no conocía el paso, hice lo posible por seguirlo. Fue bastante divertido.

    La misa de envío fue simplemente genial. Pude seguirla sin problemas con ayuda de la guía litúrgica del peregrino, terminó de confirmarse el rumor de que la próxima Jornada será en Polonia, recibí la Eucaristía con una enorme sonrisa y, como no podía ser de otra forma, la homilía de Francisco fue excelente. A continuación, detallo lo que llegué a apuntar:

''Hay tres palabras clave que Jesús nos dice hoy:
Vayan
Sin miedo
Para servir
Estos días tuvimos la experiencia de encontrarnos con Jesús y entre nosotros, pero no podemos quedárnoslo. Sería como apagar una llama que arde.''

''Pero cuidado. No nos pregunta si queremos o si tenemos tiempo. Dice 'vayan'. El mandato no sale del dominio, del poder, sino que nace de la fuerza del Amor.''

''No nos trata como esclavos, sino como hombres libres, como hermanos. Nos envía, sí, pero nos acompaña.''

''La Iglesia necesita de ustedes, de su entusiasmo, de su creatividad para anunciar el Evangelio.''

''El miedo que podemos sentir es el mismo de Jeremías, por ser joven. No tengan miedo. Jesús no nos deja solos. ¡Nunca deja solo a nadie! No dijo 'andá', dijo 'vayan'. Nos envía juntos. No ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados. Los llamó a que vayan unidos, a que formen una comunidad.''

   Se dirigió particularmente a los sacerdotes para decirles que seguramente esta experiencia los rejuveneció, pero la euforia de un encuentro así es una etapa. Pidió que, por favor, sigan acompañando a los jóvenes una vez superada esa euforia.

''La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.''

''Evangelizar significa testimoniar. Hacerse esclavo es ofrecer la vida, hacerse servidor. No hay mayor alegría...''

''No tengan miedo de ser generosos con Cristo.''

''No están solos. La Iglesia está con ustedes; el Papa está con ustedes; Jesucristo está con ustedes.''

El saludo de la paz
El saludo de la paz


    Finalizada la misa, Martín Valverde, Soledad Pastorutti y Axel Fernando cantaron juntos la canción ''Nadie te ama como yo''. Cerrada la Jornada Mundial de la Juventud, pasadas las 12.00, quisimos comer pizza, pero la pizzería a la que habíamos ido un par de veces estaba cerrada y había que esperar una hora hasta que abriera. Siendo el último día, teníamos que agotar las tarjetas de comida. Calvo y Ale se lo tomaron muy en serio, llegando al departamento con helado y una pequeña cerveza para cada uno. Ahora, sacando cuentas, no nos iba a alcanzar para las pizzas y la cena. Para ahorrar, comimos sandwiches, de nuevo... ¡pero esta vez con postre!

    A las 16.00 salimos a pasear. La idea era ver el atardecer desde las playas de Ipanema. Empezamos caminando por la arena. Me dolió muchísimo ver la playa en las condiciones en que estaba tras la Vigilia, repleta de basura desordenada por todos lados. Recolectores o basureros empezaban a trabajar. Entre el punto 3 y el punto 4 fuimos a la vereda, para ver los puestos de artesanos y ropa de la costa. Sin esperarlo y estando ya resignados por no haberlo visto antes, nos cruzamos finalmente con Maxi, un muy buen amigo, seminarista de la parroquia y, así, con otros buenos amigos seminaristas más, incluyendo a Cristian (el otro seminarista de la parroquia) y a Gusti (el hermano de Chelo). Después de charlar un rato, quedamos en juntarnos para cenar al día siguiente y seguimos camino.




    Al ir buscando algunos regalos, íbamos a un paso tranquilo. Terminó por hacerse algo tarde, ya que cuando llegamos a las playas de Ipanema, para las 18.00, el sol ya se había escondido detrás de los morros. Eso no evitó que pasáramos un muy buen rato, tomando mates con unas vistas impresionantes. Tipo 20.00 pegamos la vuelta, nuevamente por la playa, maravillados por la costa de Copacabana y ya empezando a extrañarla.


    Aún había hombres y mujeres limpiando las playas. En el camino, compramos algunos obsequios. Por mi parte, conseguí todo lo que quería comprar, salvo una remera para mí. También pudimos conversar con una simpática pareja de unos 60 años que hablaba español muy bien y, como anécdota, nos contaron que habíamos vivido la semana más fría en Río de Janeiro desde hacía 15 años. Me acordé del arzobispo de Panamá: ''Los caminos de Dios no son los nuestros. Así, el viaje vale la pena''.

    Llegando a casa, como teníamos salsa, pensamos en comprar fideos y queso, para poder comer barato y rico. Con lo que nos quedaba, compramos más agua, galletitas, leche y mermelada para el día y medio que nos restaba antes de emprender el regreso a Mar del Plata.

    Mientras cenábamos, revivimos lo compartido en la semana y reímos mucho. ''Todo esto se va a extrañar'', pensábamos. Lo cierto es que no quería volver a la realidad (porque todo parecía un sueño) y, al mismo tiempo, de a poco iba añorando mi vida que, ya en ese momento comprendía, no es menos hermosa que Río de Janeiro. Disfruté de una larga ducha antes de acostarme, a las 23.30.

    En el camino de vuelta desde Ipanema, llegamos a ver en una televisión el despegue del avión del Papa Francisco. En uno de sus mensajes nos alentaba a salir al encuentro, a no encerrarnos. ''No saben lo que es estar enjaulado''. Me parece a mí que el hombre libre escogió su nombre como ofrenda y oración a la vez. A mi un solo nombre no me alcanzaría para no encerrarme ni mucho menos para cubrir todas mis carencias... Cerré los ojos, como tantas veces, pidiendo fuerza, paciencia y humildad, para hacer todo lo demás.

martes, 27 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (7º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.



Sábado 27 de julio de 2013

    Nos levantamos cerca de las 7.30 y fuimos a buscar el desayuno al centro de catequesis. Seguía un poco resfriado. Nos tomamos el metro al centro, para tratar de conseguir el kit de comida de la Vigilia. Como Campus Fidei se había suspendido, se había propuesto a los peregrinos que quisieran hacer una especie de peregrinación por las calles de la ciudad. Sin embargo, como no estaría guiada y sería sólo caminar, preferimos no participar. Fuimos preguntando a diferentes voluntarios dónde podíamos retirar el kit y todos nos respondían algo diferente. Encontramos el lugar siguiendo la ''procesión'' unas cuadras o, mejor dicho, no el lugar en sí, sino que nos topamos con una fila que no parecía tener principio ni fin. Sabíamos que tendríamos que perder varias horas en espera. Volvimos y llegamos a casa a las 10.00 hs, sin kit.




    Nos encontramos con Ale, que nos esperaba, y fuimos a las playas de Ipanema. Ahí pasamos un buen rato e hicimos algunas compras de regalos. Alrededor de las 15 volvimos al departamento para almorzar. Teníamos un sandwich cada uno, pero no nos alcanzó para quedar satisfechos y fuimos a comprar una cheeseburger (suena muy norteamericano pero en Río las llaman así) a la panadería, es decir, al almacén en el que compramos la mayoría de los víveres.

    A las 17.00 salimos para la playa, porque la Vigilia empezaba a las 19.00. Ya estaba todo vallado y estuvimos esperando hasta que pasó el Papa-móvil, pudiendo ver nuevamente a Francisco muy bien y a unos 7 metros. En cuanto se levantaron las vallas, nos ubicamos en la vereda de ondas blancas y negras, cerca de la arena, desde donde teníamos relativamente buena visión de una pantalla.



    Al igual que el resto de las ceremonias principales en las playas de Copacabana, la palabra más adecuada es ''indescriptible''. A pesar de que había personas que dormían, comían, caminaban o hablaban, el panorama general mantuvo un clima de oración. Como siempre, cada vez que sentía ráfagas de viento, sentía al Espíritu recorriendo todo mi cuerpo al respirar profundo, recordando al profeta Elías.

    Como ya dije, no vine a la Jornada con el objetivo de ver en persona al Papa como motivación principal, y sigue sin enloquecerme la idea de verlo de cerca. Sin embargo, mantener un diálogo (porque, reitero, no son sermones sino diálogos) con el hombre es extra-ordinario. Aunque estaba casi a oscuras, intenté tomar nota. Entre paréntesis, para que algunas cosas se comprendan mejor, recuerdo que el lema de la Jornada fue 'Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos'. Presento lo que más me significó a continuación:

''Campus Fidei se inundó para decirnos que ustedes son el Campo de la Fe. Dios nos necesita a cada uno para edificar Su Iglesia, como San Francisco.''

''Hay tres imágenes que ayudan a entender qué es ser discípulo:
-El campo como lugar de siembra
-El campo como lugar de entrenamiento
-El campo como obra de construcción''

   Respecto al primer punto, destacó el valor de ir contracorriente y utilizó la parábola del sembrador.
''Algunas personas vienen y me dicen: 'Padre, yo no soy buena tierra. Tengo espinas, piedras, todo'. Sí, digo yo, ¡seguro! Pero hacé un pedacito, un cachito de buena tierra, y vas a ver cómo germina.''

   En cuanto al entrenamiento, dijo:
''Jesús nos pide que juguemos en su equipo''
''San Pablo escribe en una de sus cartas que los atletas lo entregan todo por una corona que se marchita. Nosotros, entregamos todo por algo más grande. ¡Jesús ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Pero... nos pide que entrenemos.''
''Entrenarse es preguntarse: ¿hablo con Jesús? ¿Dejo que el Espíritu hable en mi corazón? ¿Le pregunto 'qué queres de mí', 'qué querés que haga'?''
''El entrenamiento consiste en la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás. Repitan conmigo: oración, sacramentos, ayuda a los demás.''

   Sobre el tercer punto, dijo:
''Nunca estamos solos. Formamos un equipo. Somos parte de la Iglesia, nos convertimos en protagonistas de la historia.''
''Cada uno de nosotros es una piedra viva.''
''Tenemos que poder decir: 'quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo'.''
''Sean constructores del futuro.''
''No balconeen -quedarse en la perspectiva de un balcón, expectante, sin participar- la vida. Métanse en ella como lo hizo Jesús. ¡Jesús no balconeaba!''
''Y, ¿por dónde empezamos? La Madre Teresa , cuando le hicieron esa pregunta respondió: 'por vos y por mí'. ¡Tenía garra esta mujer! Hoy le robo las palabras y les pregunto, ¿empezamos?''

   Terminó con mucha fuerza diciendo:
''Ustedes son el campo de la fe.
Ustedes son atletas de Cristo.
Ustedes son constructores de la Iglesia.''

    La adoración fue, tal como esperaba y deseaba, el momento más fuerte que viví en todo el viaje. Por momentos sólo podía pensar: ''¡Qué hermoso es Jesús!'' O rezar, como hacía de pequeño con la oración de la Manada (del Movimiento Scout): ''Te doy mi corazón todo entero''. Terminó siendo, a fin de cuentas, el único momento en el que derramé algunas lágrimas y fueron, por supuesto, de alegría. El silencio de los 3.000.000 no fue perfecto pero, aunque es algo que suele costarme, logré hacer silencio interior. Finalizada la ceremonia, miraba de pie hacia todos lados, fascinado al saber que todos los peregrinos que se quedaran a dormir en la playa vivirían una noche diferente. Volvimos al departamento y alrededor de las 22.00 fuimos a comer cheeseburger y salghados (sandwich caliente). Nos acostamos temprano.

    Cerrando los ojos, repasé todo y volví a la adoración. Antes de ir a Río le había contado a unos amigos que la Jornada me iba a hacer muy bien porque hacía tiempo (unos cuantos meses, al menos) que no me sentía de lo mejor. Es curioso... Aún con la certeza de la presencia viva de Cristo en la Eucaristía, tuve que hacer un viaje de más de 2000 km para redescubrirlo en mi propio corazón y, así, aprender de nuevo a amarme.

    ''¿Por qué yo, Señor? ¿Qué tengo yo que ofrecer para que me confíes esta misión? De todas las personas que podrías elegir, seguramente mejores que yo, ¿por qué a mí?'', preguntaba yo en la adoración.

    Él respondió en el silencio de mi sonrisa, el brillo de mis ojos al contemplarlo y las palabras de Francisco: ''Ustedes son el Campo de la Fe''.

lunes, 26 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (6º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Viernes 26 de julio de 2013

Atención y paciencia, que esta parece ser la nota más extensa.

El 26 de julio son las patronales de mi querida Parroquia Santa Ana o, mejor dicho y evitando el pronombre posesivo, la comunidad a la que pertenezco. Con los chicos lo recordamos minutos después de levantarnos, alrededor de las 8.15, y tuvimos a todos presentes durante el día. ¡El día estaba hermoso!

Nos habíamos puesto de acuerdo en ir a la última catequesis de la Jornada, que empezaba a las 9.00. Nos pusimos a desayunar y yo estaba listo para salir 8.50, pero los chicos siguieron desayunando con calma y prepararon café con leche para todos. Aunque pensé en irme solo, callé y tomé agradecido el café con leche que me habían preparado. Para mí seguía y sigue siendo importante respetar a mis compañeros e intentar ser comunidad. Esperando que terminaran, se hicieron 9.20 y yo ya estaba inquieto. Me armé de paciencia y no demostré mis ansias (al menos eso creo). Entre una cosa y otra, terminamos llegando casi a las 10.00...

El horario para retirar el desayuno era, en teoría, de 7.00 a 8.00, con un margen práctico aceptable hasta las 9.00. Por supuesto, nos retaron un poco. A los chicos les causó gracia. A mí no tanto, ya que yo, habiéndola disfrutado el día anterior, quería escuchar toda la catequesis. Me volví a recordar que estaba en Río de Janeiro, ¡en la Jornada Mundial de la Juventud! El mal humor no me iba a vencer. Fuimos a escuchar lo que quedaba de la exposición y me predispuse a sacarle el mayor jugo posible.

Como era de esperarse, lo que llegamos a presenciar fue de tan buena calidad como el día anterior. La dirigió el Cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana, Cuba. El hombre, además de ser muy claro, habla desde el corazón, logrando expresar y contagiar una alegría inmensa. Destaco las siguientes citas e ideas:

''Judas admiraba mucho a Jesús como líder, como maestro, como jefe de pueblo, pero no supo entregarle el corazón.''

''Una pregunta fundamental que debe hacerse todo seguidor de Jesús es: ¿Qué ven los demás en mi? El cristiano auténtico tiene que poder demostrar, de alguna forma, que el centro de su vida no es él mismo, que ha entregado el corazón y que se pone al servicio de los demás. 'Algo' diferente tiene.''

''Impacta la conversión de aquellos que dicen no tener fe y llegan a la Iglesia comenzando a servir a otros. Esa conversión empezó por el Amor. Entregaron el corazón antes incluso de reconocer a Cristo en ese Amor.''

''Dicen que la palabra 'éxito' no está en el vocabulario de Dios. Nuestra tarea, nuestro gozo, está en anunciarlo. Los frutos no nos corresponden a nosotros.''

Terminó citando al teólogo español Olegario González de Cardedal: ''¿Cuál es la misión del cristiano? Hacer inolvidable a Jesucristo''

En lo personal, me pareció hermoso tener la oportunidad de celebrar la Eucaristía todos los días en la Jornada. El miércoles 24 no lo habíamos hecho, así es que tenía un poco de ganas de quedarme. Por otro lado, los chicos propusieron ir lo antes posible a la Feria vocacional, recordándome que, en caso de preferirlo, podía quedarme. Decidí que era mejor permanecer juntos. Además, la feria me intrigaba.

Antes de eso, pasamos a ver el Estadio Maracaná. Es, sin duda, una estructura llamativa e imponente pero quizás por el hecho de que, aunque me encanta jugar al fútbol (juego al menos dos veces por semana), no soy simpatizante del ambiente y los negocios que rodean al fútbol profesional, no puedo decir que me impresionó. De todos modos, aproveché a comprar un regalo para una amiga que cumplía años ese día, con Calvo y Ale nos sacamos una foto muy divertida colgados de unas lianas, y disfruté de una carrera de velocidad (también con Calvo y Ale) de unos 100 metros por la senda para trote que rodea al estadio. Estando en ojotas, corrí descalzo, de modo que mis pies sufrieron un poco. Uno de los chicos se quedó a la mitad de camino por estar fuera de estado; con el otro, la carrera fue muy pareja y consideramos que el resultado fue un empate porque hubo una diferencia de pocos centímetros.




Ahora sí, nos dirigimos a la Feria. Era el mediodía, cerca de las 12.30. Acordamos que, si nos separábamos, nos encontraríamos todos a las 15.00 en la puerta del parque, mientras con Fran, Giu, Calvo y Ale quedamos en vernos a las 14.00, por si alguno quería volver antes. En el caso de no encontrarnos, la última opción sería encontrarnos directamente en el departamento.

Hacía mucho calor. Descansamos un poco y nos sacamos algunas fotos. Todo el parque es muy bello, con un pequeño lago y muchos árboles frondosos. Para no perder más tiempo, empezamos a recorrer. Primero vimos una gran zona, preciosa, preparada para celebrar el sacramento de la Reconciliación. Al lado, había una carpa de adoración. Entramos y rezamos un momento en persona con Jesús. Desde hace algunos años tengo el hábito de, como momento fuerte de oración diaria, pasar por el templo de la Parroquia Santa Ana y charlar con Cristo en el sagrario, alrededor de las 12.30; como mi hora de nacimiento fue a las 12.25, lo vivo también como una forma de ofrecerle mi vida y mi día a Dios. Por lo tanto, aproveché y permanecí un instante más que los chicos. Al salir, no los vi por ningún lado. Pensé que ya me los cruzaría y me eché a caminar.

Conversé brevemente con unos scout junto a una estructura que habían armado (un puente mono seguido de una tirolesa, ambos de unos 10 metros de longitud, creo). Seguí caminando y llegué a los stands vocacionales. ¡Todo el parque estaba repleto de peregrinos! Imaginé que los stands más atractivos eran los que tenían grupos de personas amontonados pero, justamente por estar llenos, los pasé de largo. Del resto (calculo que habría más de 100 stands), me acerqué a los que más me llamaron la atención y conversé un poco. Debo mencionar que me sorprendió ver, en proporción, pocos stands de religiosos varones y/o carismas sacerdotales. Como sea, definitivamente es muy recomendable, para alguien en discernimiento o inquietudes, visitar una feria vocacional.

Yo no estaba cuando sacaron esta foto, pero al fondo se ven los stands
Yo no estaba cuando sacaron esta foto, pero al fondo se ven los stands


Se hicieron las 14.00 y me dirigí al punto de encuentro. Llegué 14.10 y no vi a nadie. Pensé que, tanto si se habían ido, como si estaban aún recorriendo la feria, sería difícil encontrarlos. Además, con la cantidad de personas que había, seguro se complicaría todavía más volver a Copacabana a medida que la hora del Via Crucis se acercara. Decidí volver solo. Se suponía que después de las 13.00 la tarjeta de transporte no funcionaría para el metro, pero me la jugué y me salió bien. Estaba en casa antes de las 15.00.

En el departamento no había nadie. Imaginé que los chicos estarían almorzando y comí un sandwich, el fiambre que quedaba y lo que me restaba del kit de desayuno. Fue algo triste almorzar solo, pero el silencio no siempre es malo. Me puse a escribir parte del jueves mientras esperaba que llegaran. A las 16.15 seguía solo y partí a la playa, dejando una nota en la mesa, por las dudas.

Tenía la impresión de que, llegando el Papa a las 17.00, ya el vallado estaría cerrado y, efectivamente, resultó ser así. Caminé en un mar de gente hasta pasar el punto 4. Para ese momento el Papa-móvil pasó y, poco después, se abrieron las vallas. Al estar tan lejos del escenario, aunque seguía habiendo un sinfin de personas y colores en todas las direcciones, se podía andar y respirar. Me ubiqué encima de una estructura metálica que se usa para hacer ejercicios, a unos metros de la arena y con una pantalla bastante cerca. Desde allí, pude ver de cerca el comienzo y la 1º estación del Via Crucis, para luego ver por pantalla hasta la 4º. Después me bajé y fui acercándome de a poco hacia el punto 2 entre estacíon y estación, con la guía litúrgica del peregrino en la mano para seguir el guión.

Esta foto la saqué arriba de la estructura metálica
Esta foto la saqué arriba de la estructura metálica


Respecto del Via Crucis, debo decir que no fue lo que esperaba. Por un lado, había mucho murmullo y movimiento, por lo que, a pesar del buen sonido, era difícil escuchar y entender a los guías. Por otro lado, sin menospreciar la gran producción, la hermosa escenografía y el compromiso de los participantes, me resultó más bien un espectáculo, cuando yo hubiese deseado un Via Crucis rezado, entre todos. Por supuesto, es algo muy subjetivo. Lo cierto es que fue un muy lindo espectáculo. Además, destaco algunos de los testimonios a modo de meditación.

El cierre perfecto, sin embargo, fueron las palabras de Francisco. La cercanía que alcanza es indescriptible. No pronuncia un discurso o un sermón, sino que entabla diálogos, logrando captar la atención de todos constantemente. En mi humilde opinión, muchos personajes públicos de Argentina tienen mucho que aprender de su retórica. Lo mejor de todo es que no tiene que esforzarse; se nota su transparencia, su naturalidad. Relacionando las estaciones y los personajes del Via Crucis, nos animó a cargar con nuestra cruz y acompañar a Jesús, con una emoción que hizo arder corazones. A las 19.30 comenzaron las presentaciones musicales.

Moverse solo tiene ventajas y desventajas. Una de las ventajas es la de abrirse paso entre la multitud con mayor facilidad, sin la preocupación de perder un miembro del grupo. En menos de lo que esperaba, estaba en el departamento, donde me encontré con Chelo. Al poco tiempo llegó el resto. Resulta ser que en la Feria vocacional, al salir de la carpa de adoración, los pasé por al lado sin darme cuenta. Ellos fueron al punto de encuentro a las 15.00 y, como se suponía que no podían usar el metro, se tomaron un bus (colectivo). El problema fue que los buses no estaban entrando en Copacabana y los dejó bastante lejos, desde donde tuvieron que caminar para llegar al departamento y ''almorzar'' a las 17.00. No pudieron llegar a la playa para el Via Crucis y lo vieron a través de pantalla desde la calle.

Como sea, estuvimos charlando un rato en el departamento y fuimos a comer cerca de las 22.00 hs. Había otro lugar enfrente que aceptaba la tarjeta del peregrino. Pedimos strogonoff (papas pai, arroz blanco y dados de pollo con una salsa especial). Tardaron en servirnos y el plato era abundante, por lo que tardamos todavía más en terminarlo. La pasamos muy bien y nos reímos mucho. Después de eso, volvimos y nos enteramos que la Vigilia en Campus Fidei se había suspendido por inundación. Las ceremonias restantes se habían pasado a las playas de Copacabana. En otras palabras, no podríamos haber alquilado un departamento mejor ubicado.

Nos acostamos y la lluvia seguía purificando, en tanto aún resonaban las palabras de Francisco:

''Yo te pregunto a vos: ¿cómo quién querés ser? ¿Querés ser como Poncio Pilato, que se lavó las manos y miró a otro lado? ¿O querés ser como Simón de Cirene y las mujeres, que no tuvieron miedo de seguir a Jesús?''

Creo que todos queremos responder con un ''sí'' a la última pregunta, pero todo lo que implica va mas allá nuestro alcance, o del mío, por lo menos. Así, creo que la única solución al dilema es ofrecer la vida y que sea el mismo Espíritu Santo el que nos lleve a responder, no con palabras que se lleva el viento, sino dando testimonio de ese Amor de entrega que queda grabado a fuego en el corazón.

domingo, 25 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (5º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Jueves 25 de julio de 2013

Día largo... Nos levantamos 4.15, desayunamos con Calvo (muy rápido) y 4.50 salimos a la parada de taxis. Nos habían dicho que iba a haber algunos circulando y/o en la parada. En la esquina no había ni uno y los que iban por la calle estaban ocupados. Se suponía que teníamos que estar en el punto de salida para el ascenso media hora antes del turno, porque el tren que sube al Corcovado es lento. A las 5.00 ya había algo de nervios aunque, por mi parte, estaba tranquilo. Quizás era el sueño, o una extrema y algo estúpida confianza en el Espíritu, pero estaba seguro que íbamos a llegar bien. A las 5.05 un taxi se desocupó a 15 metros de la parada. ¿Providencia? Caro y Chelo, que se levantaron con nosotros, se dirigieron a la Catedral para esperar con la ilusión de entrar y participar del encuentro del Papa con la delegación argentina.

Llegamos para retirar los boletos a las 5.20 y el tren arrancó 5.40. En el recorrido con el taxi, observaba algo absorto la mezcla de arquitectura que presenta toda la ciudad. No es que sepa mucho sobre el tema, pero resulta evidente hasta para mí. Es algo fascinante. El sol aún no había salido y estaba muy nublado. Sin embargo, entre morros, la vista de Río de Janeiro de noche seguía sorprendiéndome. Completado el ascenso del tren, hay que tomar un ascensor para llegar a una de las esculturas más famosas del mundo.



A 710 metros sobre el nivel del mar, entre nubes, hacía frío (entre 5ºC y 10ºC, quizás). Nosotros, que estamos acostumbrados al frío de Mar del Plata y estando abrigados, no lo sufrimos tanto, pero vimos más de uno temblando mucho. Además de la humedad propia de la niebla, lloviznaba un poco. A pesar de todo, disfrutamos de sobremanera el momento, ya que resulta que una de las maravillas del mundo moderno es, efectivamente, maravillosa. Aunque no tuvimos muy buena vista de la ciudad, pudimos sacar varios fotos del Cristo Redentor que, con palabras de Giu, ''es muy bonito''. A ojo, con Calvo tuvimos la impresión de que medía alrededor de 25 metros, por lo que nos sorprendió enterarnos más tarde que tiene una altura de 30 metros (38 con el pedestal, que nosotros no tuvimos en cuenta para el cálculo). Como tantas otras cosas que uno cree poder conocer por completo a través de fotos, presenciarlo en persona es algo que vale la pena. En su base o pedestal hay una pequeña capilla muy agradable, mientras que alrededor, en placas y en cinco idiomas diferentes, está versado el Padrenuestro. A eso de las 7.00 descendimos.

Aunque ya esperábamos que poder participar del encuentro de jóvenes argentinos con Francisco dentro de la Catedral, al mediodía, era muy improbable, quisimos ir al centro a observar la situación. Desde la Catedral habremos recorrido 600 metros (cuanto menos), trayecto en el que volvimos a cruzarnos con varios amigos, y finalmente desistimos de continuar hasta el final de lo que, según decían, era una cola de 30 cuadras. Caro y Chelo estaban, dentro de todo, bien ubicados.

Volvimos a Copacabana y pasamos por el centro de catequesis a buscar el desayuno. Me encontré con un amigo y, como eran las 9.00, quise quedarme a la catequesis que estaba por empezar. Calvo, Giu y Fran volvieron al departamento a dormir un poco, porque estábamos todos muy cansados. La catequesis estuvo guiada por Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá. Fue entretenida por demás. Lo cierto es que nunca vi a alguien vestido de sotana con tanta y tan buena onda. A continuación cito algunas ideas que me parece interesante destacar:

''En estos dos o tres días, Dios nos bendijo con lluvia y frío para encontrarnos aquí, porque sino muchos estaríamos en las playas de Copacabana. Estamos recogidos aquí para que el viaje no sea en vano. Los caminos de Dios no son los nuestros.''

''Si alguien quiere ser alegre sin dolor y sufrimiento, que se quede esperando sentado, porque la alegría no le va a llegar nunca.''

''Ser cristiano no es una filosofía, una espiritualidad o una moralidad. Es experiencia de seguir a Cristo, de vivir con Él las 24 horas.''

''No hay que creer todo lo que dicen. Hay que cuestionar sin frenar en búsqueda de la Verdad, hasta encontrarla.''

También detalló cinco puntos que, según su experiencia, sostienen nuestra fe y marcan la diferencia:
- la apostolicidad
- los sacramentos. En especial la Eucaristía, presencia real y viva de Cristo
- María. No se puede ser verdadero seguidor de Jesús sin amar a María
- la santidad
- la Vida Eterna. Caminamos hacia el Cielo, viviendo el Cielo en la Tierra

Antes de responder algunas preguntas abiertas, el Monseñor invitó a que algunos peregrinos dieran un breve testimonio. Tomando algo de coraje, me animé a pasar, pero me quedé con las ganas porque no alcanzó el tiempo. Terminada la catequesis, se celebró la misa, que terminó al mediodía, rezando el Angelus.

Volví a ''casa''. Los chicos se despertaron y almorzamos fideos, de nuevo... A las 14.00 fuimos a la playa de modo de poder ubicarnos para la ceremonia de bienvenida al Papa. Se repitió el mismo fantástico caos de personas del martes en el centro. Pudimos acomodarnos a unos 150 metros del escenario (según los chicos; para mí era una mayor distancia) y nos dispusimos a esperar. Yo estaba con mucho sueño y me dolía la cabeza, por lo que intenté dormir un poco hasta las 17.00, hora a la que pasaría Francisco. Sin embargo, entre los gritos masivos esporádicos y las patadas accidentales en los pies de quienes buscaban un lugar entre la multitud, resultó imposible.

El dolor de cabeza empezó a ser más fuerte y quise ir a tomar una siesta en el departamento para volver un rato después. Eran poco más de las 15.00. Como el vallado que marcaba el camino del Papa hacia el escenario ya estaba armado, tuve que caminar bastante (calculo que unos 800 metros, por lo menos) para encontrar el paso abierto. No dejaba de sorprenderme la cantidad de peregrinos que había. Donde sea, mirara adonde mirara, los grupos de gente parecían no terminar nunca. La salida de la playa fue imposible... En la abertura de unos 7 metros de ancho, el ingreso era de baja velocidad pero de una magnitud impresionante; el caudal de salida, en cambio, era completamente nulo. Apenas si se podía respirar. Me resigné y volví con los chicos, casi una hora después de dejarlos.

Algo aburrido por la espera, pude intercambiar algunas estampas y un pin, y luego me puse a escribir el día anterior. Poco después de terminar, pasadas las 18.00 hs, la ceremonia dio comienzo. Todo lo siguiente fue, nuevamente, sumamente emocionante. Aunque reconozco que por momentos me distraje un poco por el movimiento y el murmullo, las palabras de Francisco fueron muy cercanas.

Haciendo una comparación entre la revolución copernicana y el acontecimiento de conocer a Cristo, recordó constantemente que hay que poner siempre a Cristo como centro de nuestra vida. También invitó a ''derramar fe, derramar esperanza, derramar amor''. Explicó con algo de dolor que ''es feo ver a un obispo triste'', pidiendo que recemos por los obispos, incluyéndolo. También hizo hincapié en que ''la fe no es 'algo más', implica un cambio radical'' y, entre todo, destacó la fundamental importancia que tiene la coherencia en el cristiano.

Para la salida de la playa, a las 19.30, se intentó mejorar la organización, usando el equipo de sonido para pedir que permaneciéramos unos instantes en el lugar que ocupábamos hasta que se descongestionara la muchedumbre de a poco. No sé qué tal funcionó, pero viviendo cerca, nosotros no tuvimos tantas dificultades para llegar a casa. El hecho de que la ceremonia hubiese terminado más temprano que la misa de inauguración puede haber influído, porque para muchos peregrinos la cena podría esperar hasta estar en su barrio de alojamiento.

A eso de las 21.00 fuimos a cenar enfrente del departamento. El menú del peregrino que quedaba disponible incluía frango (pollo) grillado, arroz, papas fritas y ensalada de colores (así le dijimos nosotros, porque tenía zanahoria, lechuga, tomate y repollo), que acompañé con jugo de mango. Caro y Chelo nos contaron sobre el mensaje de Francisco en el encuentro con la delegación argentina, al que pudieron entrar. Después de cenar volvimos, nos bañamos (yo seguía chocándome las paredes) y nos acostamos tipo 23.30.

Algo que me llamó mucho la atención durante toda la Jornada fue que el canto predominante entre todos los peregrinos, es decir, el que más se escuchaba, era: ''Esta es la juventud del Papa''. Con un amigo en particular, nos preguntábamos por qué en cambio no cantábamos: ''Esta es la juventud de Cristo''. Sé que a algunos les puede molestar o incomodar mi opinión sobre el tema pero, considerando también lo vivido en los vallados para el paso de Francisco con el Papa-móvil, creo que tengo derecho a expresar que temo que muchos estén experimentando una fe Papa-céntrica. Por dentro pensé muchas veces que si, al momento de contemplar a Jesús sacramentado, todos tuviéramos aunque sea un cuarto del entusiasmo que tantos demostraron ante la figura del Vicario de Cristo, sería todo más hermoso y muchas cosas serían diferentes.

Vuelvo a destacar las palabras del mismo Francisco: ''No podemos olvidarnos de poner a Cristo como centro de nuestra vida''.

sábado, 24 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (4º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Miércoles 24 de julio de 2013

    Nos despertamos alas 8.15, desayunamos y fuimos al centro de catequesis de habla hispana más cercano, a unas seis cuadras. Nos volvimos a encontrar con nuestros amigos de Mar del Plata y me sorprendió ver también a Darío, un amigo salesiano de Bs. As. Es difícil de explicar la seguridad de que sea el Espíritu quien, entre millones de personas, permite encuentros estadísticamente muy poco probables o casi imposibles.



    Llegamos cerca de las 9.45, cuando el primer bloque de la catequesis estaba terminando. De los 10 o 15 minutos que llegamos a escuchar, pudimos captar el mensaje del orador: alegría y esperanza. Pudimos retirar el desayuno del peregrino pero no nos quedamos al resto de la catequesis. En lugar de eso, dedicamos el día a conocer un poco la ciudad.

    Primero fuimos a los Arcos da Lapa. Creo que si fueran restaurados, podrían ser bellos. De todos modos, imagino que al ser construídos en el siglo XVIII debían ser algo imponente. Luego fuimos a la Escalera de Selarón o Escadaria de Santa Tereza.




    Para ser sincero, nunca la había escuchado nombrar y no me imaginaba gran cosa, pero es sumamente interesante. Es una zona residencial en la que los escalones y paredes están adornados con azulejos de diferentes colores, aunque predomina el rojo. También hay azulejos con dibujos, frases, personajes famosos, y hasta cuadros de fútbol. Una imagen formada por 24 azulejos y la frase que la acompañaba me llamaron particularmente la atención. Decía lo siguiente:

'Viver na favela é uma arte
Ninguem rouba, ninguem escuta,
nada se perde, manda quem pode,
obedece quem tem juizo'





    Cuando terminamos de subirla, quise bajar para contar los escalones, pero los chicos me llamaron a mitad de camino. A la vuelta se podía entrar al Convento de Santa Teresa. Desde el convento se puede apreciar una gran vista del centro de Río de Janeiro, o al menos la zona de Carioca. Todas las ventanas estaban cerradas y con rejas muy peculiares que me generaron algo de rechazo. El templo es llamativo, pero no me resultó atractivo. Si esperábamos veinte minutos, podíamos tener una visita guiada del convento. Era pasado el mediodía. Fuimos a comer por el centro. A la bajada por la escalera, contamos todos y resultó ser que hay 215 escalones, con 16 descansos.

    Chelo, Giu, Franchi y Calvito pidieron lasagna y se sacaron el antojo, mientras a Caro y a mi nos llamaron más las hamburguesas con papas fritas. Llegamos a ver por la televisión un fragmento del mensaje del Papa en Aparecida. Desde ahí nos tomamos el metro y luego un colectivo para poder ir al Pan de Azúcar.

    El ascensco con teleférico tiene dos estaciones. La primera es en el Morro da Urca, donde nos invitaron a ver más tarde un espectáculo en el teatro, de entrada gratuita, preparado por voluntarios de la Jornada. Sacamos algunas fotos y tomamos el segundo teleférico (en el que bailamos cuarteto con Calvito) para llegar al Pan de Azúcar, a casi 400 metros de altura sobre el nivel del mar. Aunque estaba nublado, la vista panorámica nos dejó perplejos una vez más.





   Como a los minutos se largó a llover, hicimos tiempo chusmeando la casa de ropa y souvenirs de precios exorbitantes. Eran pasadas las 16.00. Bajamos al Morro da Urca, visitamos el museo y pensamos en pasar por el teatro. Llegamos para el final del show, pero duraba 5 minutos y se repetía tras un descanso de 5 minutos. También cambiaba el elenco y el espectáculo cada media hora (o eso pensamos). Mientras tomábamos mates y comíamos unas galletitas, vimos uno, lo repetimos, miramos uno diferente y, como se nos hicieron las 17.20 hs, teniendo en cuenta que queríamos ir a dormir temprano, decidimos volver.

    Nos habíamos enterado por internet que al día siguiente, al mediodía, habría un encuentro del Papa Francisco con jóvenes argentinos en la Catedral Metropolitana. Unos decían que entrarían 7000 personas; algunos, 15000; otros, 5000. Éramos más de 40000 argentinos participando enla JMJ... Nos tomamos un tiempo para charlar sobre qué hacer, porque ya unas semanas antes de viajar habíamos comprado los tickets para subir al Corcovado y ver de cerca al Cristo Redentor en un turno temprano (a las 5.40, que fue lo mejor que conseguimos), aunque no terminamos de definirlo. Los rumores sobre el encuentro con el Papa corrían por los medios de comunicación y se empezó a vivir un clima algo tenso, parecido al del lunes.

    Al parecer, muchas personas ansiaban fervientemente ver de cerca a Francisco y para lograrlo estaban dispuestas a pasar horas y horas en vela durante la noche y bajo la lluvia. Algunas personas, quizás, incluso fueron a la Jornada con tal cometido como único objetivo, es decir, no les importaba la dimensión del encuentro con jóvenes del resto del mundo. Por mi parte, estaba más motivado por dicha dimensión que solamente por ver de cerca al Papa. Aunque lo considero un ejemplo a seguir, un modelo de transparencia y humildad, un buen testigo y vicario de Cristo, no es el Papa el centro de mi vida, sino Cristo mismo. Por tanto, considerando las posibilidades que teníamos de entrar a la Catedral, prefería participar de actividades propias de la Jornada o conocer un poco más de Río. Sin embargo, también era muy importante para mi el ser comunidad con mis compañeros de viaje y respetaría la decisión que se tomara.

    Mientras los chicos fueron a descargar fotos de las cámaras a un pen-drive, yo intenté describir el día anterior en papel. Cuando volvieron, cerca de las 20.00, pensamos en comer afuera. Calvo y Giu cumplían cinco años y cuatro meses de novios. Pedimos el menú del peregrino en un restaurante cerca de casa. Comimos una abundante porción de ensalada, arroz, fejoada (porotos negros con una salsa especial, plato típico de Brasil) y carne, acompañada de guaravita (bebida típica de Brasil). También nos sacamos una foto con un famoso periodista de TN que, por supuesto, no conozco, ya que no miro mucha televisión. Camino de vuelta consultamos en una parada de taxis si circulaban a las 5.00, recibiendo una respuesta afirmativa, y pasamos por un almacén a comprar algunas cosas (pan, fiambre, servilletas, agua mineral y una esponja metálica). Empezaba a extrañar el agua corriente de mi ciudad, porque la de Río no es potable.

    Ya en el departamento, algunos nos bañamos. Mientras yo estaba en eso (seguía chocándome las paredes), los chicos terminaron de decidirse por hacer el ascenso al Corcovado y no enloquecerse tanto por ver a Francisco. ''Si llegamos, buenísimo, pero no perdamos el eje''. No fueron mis palabras, claro está. Teníamos la intención de acostarnos temprano, pero terminamos haciéndolo alrededor de las 23.30.

    Me costó un poco dormirme, repasando todo el día. Cosas buenas; unas pocas no tanto; muchas increíbles. Experimentar la JMJ me hace poder afirmar sin dudas que soy muy feliz. Amo Mar del Plata, pero todavía no quería pensar en tener que volver. De todos modos, antes de caer ante el sueño, recordaba con una sonrisa a los que amo y me esperarían al regreso.

viernes, 23 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (3º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Martes 23 de julio de 2013

    Nos levantamos entre las 8.00 y las 9.00. Una semana atrás había estado de convivencia con los jóvenes de la parroquia y tomado algo de frío. Pasada una semana y en un viaje tan importante, estar resfríado ya era algo molesto, aunque no me desanimé. Desayunamos y salimos a pasear por la costa de Copacabana.

    El día no estaba muy lindo. De a ratos chispeaba (lluvia muy suave, de gotas finas) y estaba algo fresco (tampoco tanto), pero no dejó de ser agradable, en especial para mi, que disfruto bastante caminar bajo la lluvia. Recorrimos todos los pontos (puntos de referencia que hay por la costa, frente a la playa; el departamento estaba ubicado a la altura del ponto 2) hasta el 6. Desde allí, la vista es preciosa, pudiéndose observar muy bien el Pan de Azúcar.

    Estuvimos tomando agua de coco y un poco de mate. Tres peregrinos de Panamá y uno de España se acercaron intrigados por nuestra típica infusión y les convidamos mientras charlábamos un poco. Me encanta poder saludar todo tipo de personas con una gran sonrisa sabiendo que, a pesar de que no nos conozcamos, nos une una profunda amistad. Luego de eso, pasamos por el Forte de Copacabana, pero no entramos. Unas cuadras más allá encontramos un shopping de antiguedades. Había muchos locales cerrados y no nos llamó mucho la atención.

    Era cerca del mediodía, así que volvimos caminando a casa para almorzar. Teníamos el problema de tener en nuestra posesión solamente los kits del peregrino (incluídas las tarjetas de débito para comida) de Caro y Chelo, porque nuestro responsable de grupo tuvo inconvenientes para retirar los nuestros. Terminamos almorzando pizza, de nuevo.

    La animación del acto de inauguración empezaba a las 16.00. Como estábamos a solo unas cuadras del escenario y, teniendo en cuenta que había refrescado, decidimos esperar un poco. Mientras tanto, nos bañamos y aproveché para ponerme al día con este diario de viaje. También pasamos de nuevo por el hotel de nuestro responsable de grupo (estaba a unas pocas cuadras de nuestro departamento) para ver si ya estaban nuestros kits, pero todavía no había vuelto. No sé bien cómo describir las siguientes horas... Voy a hacer mi mejor esfuerzo, pero es muy difícil, si no imposible.

    Fuimos a las 18.00 a la playa para la apertura. Apenas nos ubicamos a unos 500 metros del escenario-altar, rezamos todos un rosario. Cada misterio fue guiado por un joven representante de cada continente, cada uno en un idioma diferente. A la par, ondeaban alrededor, hasta donde alcanzara la vista y más lejos aún, banderas de Brasil, Argentina, Uruguay, Angola, Panamá, Italia, Chile, Bolivia, España, Alemania, Australia, Corea del Sur, Sudáfrica, Suiza, Venezuela, China, Perú, Estados Unidos, Costa Rica, Reino Unido, Senegal, Méjico y no sé cuántas más. A lo largo de toda la costa había muy bien dispuestas grandes pantallas y muy buenos equipos de sonido a distancias que permitían que todos compartiéramos lo mismo. La muchedumbre se extendía desde el escenario hasta el horizonte y desde la orilla hasta los edificios como un mar de personas, rezando en una lengua nativa de África, en castellano, en alemán, en inglés y en chino, respectivamente con cada misterio.

    La misa, celebrada en portugués, fue emocionante, aunque la palabra queda chica. El momento de la Eucaristía fue simplemente hermoso, pudiendo comulgar todos a quienes mi vista llegara. El saludo de la paz y el Padrenuestro, de fantasía. Todo el tiempo, todo el día, se mantuvo el chispeo y unas ráfagas de viento esporádicas. Algunos se quejaban, pero yo sentía que era el mismo Espíritu purificador animándonos, moviéndonos, permaneciendo en nosotros.





    Finalizada la misa e inaugurada oficialmente la Jornada Mundial de la Juventud Río de Janeiro 2013 (¡al fin!), nos encontramos nuevamente con amigos que también iban al hotel de nuestro responsable de grupo para conseguir los kits y así poder cenar sin tener que hacer gastos innecesarios. Al cruzar la calle, llegué a saludar, de causalidad, a otra amiga, entre miles de personas. Llegamos al hotel y finalmente conseguimos los kits. Nuestro responsable había sufrido horas y horas de espera para conseguirlos.

    Quisimos ir a cenar, al igual que el resto de los peregrinos... No hay palabras. La misa había terminado alrededor de las 21.15 y durante dos horas y media estuvimos recorriendo locales de comida que cerraban por quedarse sin comida. A la par, las calles seguían superpobladas y aún había peregrinos en la costa, donde se había celebrado la inauguración. Repito, indescriptible. Finalmente cenamos pan y fiambre, de nuevo...

    En resumen: escalofríos, muchos; ganas de llorar, varias; sonrisa y carcajadas de alegría, constantes; certeza y verdad, belleza y comunión, más cercanas y firmes que nunca. Nos acostamos a dormir alrededor de la 1.00. La JMJ no es un evento, ¡es un acontecimiento!

jueves, 22 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (2º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días,recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia.Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más,agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Lunes 22 de julio de 2013

    Nos levantamos a las 08.00 porque nuestro amigo voluntario, Ale, quería pasar un rato con nosotros en su día libre. Aunque lo cierto es que después del viaje estábamos muy cansados y preferíamos dormir más, ir temprano a la playa valió la pena.

   Me encantaría dibujar una imagen cercana, pero es difícil describir algo tan bello. Todo lo que venimos recorriendo, incluída la playa, es muy limpio y también hay clasificación de basura (papel; vidrio; plástico; metal; y no reciclable), aunque no siempre se ven las bolsas o tachos de residuos correspondientes para todas las clases.La arena es casi blanca, fina y con una textura que al caminar se siente como maizena o azúcar impalpable. El agua es bastante templada y clara, muy clara. Las olas tiene una gran fuerza al romper y, como no hay escolleras, es un espectáculo para ver. Volteando en cualquier dirección se observan 'morros' (cerros) y el panorama me recuerda a la playa en la Isla del Sol, en Bolivia, que visité hace casi 5 años, durante mi último viaje inolvidable.

    La Jornada todavía no empieza y ya se ven personas de todas partes del mundo, con predominio latinoamericano, como era de esperarse. Se vive un clima sumamente agradable, con muchos saludos entre desconocidos. Algunos periodistas locales nos frenaron algunas veces en la calle para charlar sobre el evento y sobre el Papa.

    Cerca del mediodía seguimos caminando por la costa hacia el lado de Ipanema y nos cruzamos con un amigo de Mar del Plata. Quedamos en encontrarnos a la noche, después de la misa especial para la delegación argentina en la Catedral Metropolitana, para ir juntos a comer o tomar algo. Cuando nos agarró hambre, caminamos unas cuadras adentro hasta encontrar un supermercado. Después nos dirigimos de vuelta al departamento. La vuelta resultó más larga que la ida. Llegamos y nos turnamos para bañarnos mientras cocinábamos y comíamos pizza.

    Tipo 15.30 nos tomamos el metro para ir al centro. Una periodista nos había contado que el Papa Francisco, tras llegar a la ciudad, recorrería el centro, saliendo desde la Catedral con el Papa-móvil. Incluso sabiendo que es muy probable que hayan restaurado muchas cosas en Río de Janeiro para el evento, el metro me resultó mucho mas agradable que el subte en Bs. As. Bajamos en la estación Carioca, junto a muchos peregrinos que tenían la misma intención que nosotros. Apenas salimos a la calle, todo fue impresionante.

    La gente se amontonaba sobre las vallas que marcaban la ruta que seguiría Francisco. La expectativa era muy grande y había mucha alegría. Por alguna razón, cada vez que pasaban helicópteros, todos gritaban y saludaban. Cuando el Papa empezó el recorrido, ya muchos empujaban, lo que no me gustó para nada. Como soy petiso, era obvio que no iba a poder ver mucho, ya que teníamos algunas personas adelante, por lo que alcé a Calvito a mis hombros, que pudo grabar un buen video, gracias a que estábamos a unos 5 metros del Papa cuando pasó. Luego de que pasó, muchos empezaron a seguirlo y algunos lloraban de emoción.

    La Jornada Mundial de la Juventud es un encuentro de jóvenes con el Papa, es decir, tiene dos dimensiones. Algunos estamos más motivados por el encuentro con jóvenes de todo el mundo y a otros les interesa más estar cerca del Papa. Los puntos medios son razonables pero, en la medida que se le presta demasiada atención a una de las dimensiones, despreciando de alguna forma la otra, se corre el riesgo de perderse la mitad de la JMJ. Para ser brutalmente sincero, personalmente, ver pasar al Papa de cerca no me generó tanto, ni me moría por verlo de cerca. Escucharlo hablar, ¡es otra cosa! Aunque no quiero adelantarme. Así, mientras muchos buscan a Cristo en el Papa y, sin dudar que Francisco es un muy buen reflejo, yo lo encuentro más cercano en la peregrinación de tanta juventud alegre, feliz de expresar su fe con cantos, pasos y saludos.

   Después de aquella escena, fuimos a la Catedral, que tiene una forma muy particular. Lo primero que pensé, en mi ignorancia, es que intenta combinar arquitectura nativa, porque me recuerda a pirámides mayas (aunque nohe visto ninguna personalmente). El interior es fascinante. Todo el edificio está diseñado en forma circular en torno al altar y a un Cristo crucificado que cuelga desde el techo, casi en el centro del gran ambiente. También hay unos inmensos vitrales que, por lo que escuché y por algunas fotos que vi, resultan un espectáculo admirable cuando los atraviesa la luz del sol. De a poco, se llenó con miles de argentinos. La misa fue algo difícil de seguir por el murmullo de momentos y un sonido que no convencía, pero fue muy emocionante el silencio que se generó durante la Consagración. Para mi sorpresa, muy pocos peregrinos se quedaron sin compartir la Eucaristía, ya que el momento de la comunión estuvo muy bien organizado. Al parecer, Francisco acompañó la misa rezando en el subsuelo de la Catedral, para acompañarnos.



    Terminada la misa, nos encontramos con varios amigos de Mar del Plata y, con algunos, fuimos a pasear un poco, buscando un lugar donde comer. Éramos 14, muchos grupos tuvieron la misma idea y era tarde (factor que pesa teniendo en cuenta que en Brasil cenan temprano), por lo que fue algo complicado. Nos decidimos por un restaurante que tenía lasagna como plato del día, pero no le quedaba. Eran alrededor de las 22.00.Saludamos y nos tomamos el metro para cenar en 'casa'.

    Nos habíamos quedado con ganas de comer lasagna, pero no conseguimos. Compramos pan, fiambre y unas cervezas para probar. Compartimos unas risas y nos acostamos alrededor de las 00.00. Todo el día fue increíble...¡y la Jornada en sí ni siquiera había comenzado!

miércoles, 21 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (1º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días,recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia.Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que,para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más,agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Domingo 21 de julio de 2013
    Ala 01.00 salimos con el Tienda León desde Mar del Plata hacia Buenos Aires. Tuvimos una parada breve en Minotauro y, ya en Capital Federal, hicimos un trasbordo antes de llegar a Aeroparque a eso de las 08.00.

    Despachadas las valijas en el aeropuerto, esperamos un rato hasta las 10.15, cuando un colectivo nos acercó al avión. Al momento de subir, algunos peregrinos cantaban 'Rendid a Yahvé' (una conocida canción de la Iglesia en Argentina), animando el avión. No subía a uno desde hace casi 18 años. Envié algunos mensajes de texto a personas importantes antes de tener que apagar el celular y, alrededor de las11.00, partimos.

    La sensación de despegue es similar a la de ascenso en un ascensor (valga la redundancia), aunque mucho más acelerado y más largo. La vista desde el avión es increíble. No cambia mucho de lo que se puede ver en la televisión o videos, pero vivirlo es otra cosa. Con un poco de esfuerzo e imaginación, uno puede sentir que vuela por su cuenta.

    El aterrizaje fue algo movido y largo (entre 10 y 15 minutos desde la autorización). Una buena descripción sería 'revoltoso'. De todas formas, nada grave. En San Pablo tuvimos que esperar hasta las 17.30 para subir al otro avión, así que paseamos un poco por el aeropuerto. La temperatura era de 28ºC. A eso de las 16.00 preferimos ir con tiempo a la puerta por la que teníamos que abordar y descansamos un poco. Sin embargo, al ratito empezaron a llegar peregrinos de Uruguay, Venezuela, Colombia y otros de Argentina. La Jornada empezó a palpitarse entre fotos, cantos y bailes ques acudieron el aeropuerto.

    Una vez sobre el avión, la autorización para el despegue se demoró casi una hora, pero el viaje fue rápido y antes de las 20.00 ya estábamos esperando las valijas junto a la cinta de equipaje, ¡en Río de Janeiro! Por cierto, ver San Pablo y Río de Janeiro de noche, desde un avión, es maravilloso.

    En cuanto las levantamos (aunque llevó un tiempo), tomamos un taxi que en 20 minutos nos trajo hasta nuestro departamento (el que alquilamos, para poder estar más cómodos y acortar tiempos de traslado durante la semana), nada más y nada menos que en Copacabana. Ya era de noche y el tráfico era mucho y rápido, pero llegamos a ver una buena parte de la ciudad, incluídos a la distancia el Pan de Azúcar y el Cristo Redentor.

    Alas 21.00 nos recibió de muy buena manera Ruth, una anciana muy amable. El departamento no tiene una gran vista y tiene colgados algunos cuadros que desentonan un poco con el ambiente, pero es amplio y muy cómodo. Tiene dos habitaciones con una cama de dos plazas cada una, un balcón, un baño mediano y otro pequeño, cocina y un living-comedor con una mesa, 6 sillas, un sillón, un sofá y un sofá-cama. También tiene televisión, pero al parecer no hay cable.Creo que es mejor así.

    Cenamos unos fideos y nos bañamos. Debo decir que contar con un calefón es genial, aunque me choque las paredes de la ducha. Finalmente, me acosté. Por alguna razón, no podía dormir y, a eso de las 00.00, llegaron Caro y Chelo, amigos de Mar del Plata y compañeros de alquiler. Calvo, Giu y Franchi estaban durmiendo, ya que yo fui el último en bañarme. Luego de mostrarles la disposición que propusimos (es decir, Franchi y Giu en una habitación; Caro y Chelo en la otra; Calvo y yo nos turnamos cada noche para dormir uno en el sofá y otro en el sofá-cama del living), volví a acostarme. Dormí fuera de la bolsa de dormir porque, incluso de noche, hace calor. Cerré los ojos y una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, mientras pensaba: '¡Ey! Estamos en Río...'