domingo, 25 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (5º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Jueves 25 de julio de 2013

Día largo... Nos levantamos 4.15, desayunamos con Calvo (muy rápido) y 4.50 salimos a la parada de taxis. Nos habían dicho que iba a haber algunos circulando y/o en la parada. En la esquina no había ni uno y los que iban por la calle estaban ocupados. Se suponía que teníamos que estar en el punto de salida para el ascenso media hora antes del turno, porque el tren que sube al Corcovado es lento. A las 5.00 ya había algo de nervios aunque, por mi parte, estaba tranquilo. Quizás era el sueño, o una extrema y algo estúpida confianza en el Espíritu, pero estaba seguro que íbamos a llegar bien. A las 5.05 un taxi se desocupó a 15 metros de la parada. ¿Providencia? Caro y Chelo, que se levantaron con nosotros, se dirigieron a la Catedral para esperar con la ilusión de entrar y participar del encuentro del Papa con la delegación argentina.

Llegamos para retirar los boletos a las 5.20 y el tren arrancó 5.40. En el recorrido con el taxi, observaba algo absorto la mezcla de arquitectura que presenta toda la ciudad. No es que sepa mucho sobre el tema, pero resulta evidente hasta para mí. Es algo fascinante. El sol aún no había salido y estaba muy nublado. Sin embargo, entre morros, la vista de Río de Janeiro de noche seguía sorprendiéndome. Completado el ascenso del tren, hay que tomar un ascensor para llegar a una de las esculturas más famosas del mundo.



A 710 metros sobre el nivel del mar, entre nubes, hacía frío (entre 5ºC y 10ºC, quizás). Nosotros, que estamos acostumbrados al frío de Mar del Plata y estando abrigados, no lo sufrimos tanto, pero vimos más de uno temblando mucho. Además de la humedad propia de la niebla, lloviznaba un poco. A pesar de todo, disfrutamos de sobremanera el momento, ya que resulta que una de las maravillas del mundo moderno es, efectivamente, maravillosa. Aunque no tuvimos muy buena vista de la ciudad, pudimos sacar varios fotos del Cristo Redentor que, con palabras de Giu, ''es muy bonito''. A ojo, con Calvo tuvimos la impresión de que medía alrededor de 25 metros, por lo que nos sorprendió enterarnos más tarde que tiene una altura de 30 metros (38 con el pedestal, que nosotros no tuvimos en cuenta para el cálculo). Como tantas otras cosas que uno cree poder conocer por completo a través de fotos, presenciarlo en persona es algo que vale la pena. En su base o pedestal hay una pequeña capilla muy agradable, mientras que alrededor, en placas y en cinco idiomas diferentes, está versado el Padrenuestro. A eso de las 7.00 descendimos.

Aunque ya esperábamos que poder participar del encuentro de jóvenes argentinos con Francisco dentro de la Catedral, al mediodía, era muy improbable, quisimos ir al centro a observar la situación. Desde la Catedral habremos recorrido 600 metros (cuanto menos), trayecto en el que volvimos a cruzarnos con varios amigos, y finalmente desistimos de continuar hasta el final de lo que, según decían, era una cola de 30 cuadras. Caro y Chelo estaban, dentro de todo, bien ubicados.

Volvimos a Copacabana y pasamos por el centro de catequesis a buscar el desayuno. Me encontré con un amigo y, como eran las 9.00, quise quedarme a la catequesis que estaba por empezar. Calvo, Giu y Fran volvieron al departamento a dormir un poco, porque estábamos todos muy cansados. La catequesis estuvo guiada por Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá. Fue entretenida por demás. Lo cierto es que nunca vi a alguien vestido de sotana con tanta y tan buena onda. A continuación cito algunas ideas que me parece interesante destacar:

''En estos dos o tres días, Dios nos bendijo con lluvia y frío para encontrarnos aquí, porque sino muchos estaríamos en las playas de Copacabana. Estamos recogidos aquí para que el viaje no sea en vano. Los caminos de Dios no son los nuestros.''

''Si alguien quiere ser alegre sin dolor y sufrimiento, que se quede esperando sentado, porque la alegría no le va a llegar nunca.''

''Ser cristiano no es una filosofía, una espiritualidad o una moralidad. Es experiencia de seguir a Cristo, de vivir con Él las 24 horas.''

''No hay que creer todo lo que dicen. Hay que cuestionar sin frenar en búsqueda de la Verdad, hasta encontrarla.''

También detalló cinco puntos que, según su experiencia, sostienen nuestra fe y marcan la diferencia:
- la apostolicidad
- los sacramentos. En especial la Eucaristía, presencia real y viva de Cristo
- María. No se puede ser verdadero seguidor de Jesús sin amar a María
- la santidad
- la Vida Eterna. Caminamos hacia el Cielo, viviendo el Cielo en la Tierra

Antes de responder algunas preguntas abiertas, el Monseñor invitó a que algunos peregrinos dieran un breve testimonio. Tomando algo de coraje, me animé a pasar, pero me quedé con las ganas porque no alcanzó el tiempo. Terminada la catequesis, se celebró la misa, que terminó al mediodía, rezando el Angelus.

Volví a ''casa''. Los chicos se despertaron y almorzamos fideos, de nuevo... A las 14.00 fuimos a la playa de modo de poder ubicarnos para la ceremonia de bienvenida al Papa. Se repitió el mismo fantástico caos de personas del martes en el centro. Pudimos acomodarnos a unos 150 metros del escenario (según los chicos; para mí era una mayor distancia) y nos dispusimos a esperar. Yo estaba con mucho sueño y me dolía la cabeza, por lo que intenté dormir un poco hasta las 17.00, hora a la que pasaría Francisco. Sin embargo, entre los gritos masivos esporádicos y las patadas accidentales en los pies de quienes buscaban un lugar entre la multitud, resultó imposible.

El dolor de cabeza empezó a ser más fuerte y quise ir a tomar una siesta en el departamento para volver un rato después. Eran poco más de las 15.00. Como el vallado que marcaba el camino del Papa hacia el escenario ya estaba armado, tuve que caminar bastante (calculo que unos 800 metros, por lo menos) para encontrar el paso abierto. No dejaba de sorprenderme la cantidad de peregrinos que había. Donde sea, mirara adonde mirara, los grupos de gente parecían no terminar nunca. La salida de la playa fue imposible... En la abertura de unos 7 metros de ancho, el ingreso era de baja velocidad pero de una magnitud impresionante; el caudal de salida, en cambio, era completamente nulo. Apenas si se podía respirar. Me resigné y volví con los chicos, casi una hora después de dejarlos.

Algo aburrido por la espera, pude intercambiar algunas estampas y un pin, y luego me puse a escribir el día anterior. Poco después de terminar, pasadas las 18.00 hs, la ceremonia dio comienzo. Todo lo siguiente fue, nuevamente, sumamente emocionante. Aunque reconozco que por momentos me distraje un poco por el movimiento y el murmullo, las palabras de Francisco fueron muy cercanas.

Haciendo una comparación entre la revolución copernicana y el acontecimiento de conocer a Cristo, recordó constantemente que hay que poner siempre a Cristo como centro de nuestra vida. También invitó a ''derramar fe, derramar esperanza, derramar amor''. Explicó con algo de dolor que ''es feo ver a un obispo triste'', pidiendo que recemos por los obispos, incluyéndolo. También hizo hincapié en que ''la fe no es 'algo más', implica un cambio radical'' y, entre todo, destacó la fundamental importancia que tiene la coherencia en el cristiano.

Para la salida de la playa, a las 19.30, se intentó mejorar la organización, usando el equipo de sonido para pedir que permaneciéramos unos instantes en el lugar que ocupábamos hasta que se descongestionara la muchedumbre de a poco. No sé qué tal funcionó, pero viviendo cerca, nosotros no tuvimos tantas dificultades para llegar a casa. El hecho de que la ceremonia hubiese terminado más temprano que la misa de inauguración puede haber influído, porque para muchos peregrinos la cena podría esperar hasta estar en su barrio de alojamiento.

A eso de las 21.00 fuimos a cenar enfrente del departamento. El menú del peregrino que quedaba disponible incluía frango (pollo) grillado, arroz, papas fritas y ensalada de colores (así le dijimos nosotros, porque tenía zanahoria, lechuga, tomate y repollo), que acompañé con jugo de mango. Caro y Chelo nos contaron sobre el mensaje de Francisco en el encuentro con la delegación argentina, al que pudieron entrar. Después de cenar volvimos, nos bañamos (yo seguía chocándome las paredes) y nos acostamos tipo 23.30.

Algo que me llamó mucho la atención durante toda la Jornada fue que el canto predominante entre todos los peregrinos, es decir, el que más se escuchaba, era: ''Esta es la juventud del Papa''. Con un amigo en particular, nos preguntábamos por qué en cambio no cantábamos: ''Esta es la juventud de Cristo''. Sé que a algunos les puede molestar o incomodar mi opinión sobre el tema pero, considerando también lo vivido en los vallados para el paso de Francisco con el Papa-móvil, creo que tengo derecho a expresar que temo que muchos estén experimentando una fe Papa-céntrica. Por dentro pensé muchas veces que si, al momento de contemplar a Jesús sacramentado, todos tuviéramos aunque sea un cuarto del entusiasmo que tantos demostraron ante la figura del Vicario de Cristo, sería todo más hermoso y muchas cosas serían diferentes.

Vuelvo a destacar las palabras del mismo Francisco: ''No podemos olvidarnos de poner a Cristo como centro de nuestra vida''.

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