Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013
Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no
tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir,
decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con
el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la
memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos
minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos
maravillosos días, recordando cada detalle.
En segundo
lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la
televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a
la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo
compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi
alegría.
Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la
intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico.
Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta
que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen
más cercana y personal de lo ocurrido.
Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.
Jueves 25 de julio de 2013
Día largo... Nos levantamos 4.15, desayunamos con Calvo (muy rápido) y
4.50 salimos a la parada de taxis. Nos habían dicho que iba a haber
algunos circulando y/o en la parada. En la esquina no había ni uno y los
que iban por la calle estaban ocupados. Se suponía que teníamos que
estar en el punto de salida para el ascenso media hora antes del turno,
porque el tren que sube al Corcovado es lento. A las 5.00 ya había algo
de nervios aunque, por mi parte, estaba tranquilo. Quizás era el sueño, o
una extrema y algo estúpida confianza en el Espíritu, pero estaba
seguro que íbamos a llegar bien. A las 5.05 un taxi se desocupó a 15
metros de la parada. ¿Providencia? Caro y Chelo, que se levantaron con
nosotros, se dirigieron a la Catedral para esperar con la ilusión de
entrar y participar del encuentro del Papa con la delegación argentina.
Llegamos para retirar los boletos a las 5.20 y el tren arrancó 5.40.
En el recorrido con el taxi, observaba algo absorto la mezcla de
arquitectura que presenta toda la ciudad. No es que sepa mucho sobre el
tema, pero resulta evidente hasta para mí. Es algo fascinante. El sol
aún no había salido y estaba muy nublado. Sin embargo, entre morros, la
vista de Río de Janeiro de noche seguía sorprendiéndome. Completado el
ascenso del tren, hay que tomar un ascensor para llegar a una de las
esculturas más famosas del mundo.
A 710 metros sobre el nivel del mar, entre nubes, hacía frío (entre
5ºC y 10ºC, quizás). Nosotros, que estamos acostumbrados al frío de Mar
del Plata y estando abrigados, no lo sufrimos tanto, pero vimos más de
uno temblando mucho. Además de la humedad propia de la niebla,
lloviznaba un poco. A pesar de todo, disfrutamos de sobremanera el
momento, ya que resulta que una de las maravillas del mundo moderno es,
efectivamente, maravillosa. Aunque no tuvimos muy buena vista de la
ciudad, pudimos sacar varios fotos del Cristo Redentor que, con palabras
de Giu, ''es muy bonito''. A ojo, con Calvo tuvimos la impresión de que
medía alrededor de 25 metros, por lo que nos sorprendió enterarnos más
tarde que tiene una altura de 30 metros (38 con el pedestal, que
nosotros no tuvimos en cuenta para el cálculo). Como tantas otras cosas
que uno cree poder conocer por completo a través de fotos, presenciarlo
en persona es algo que vale la pena. En su base o pedestal hay una
pequeña capilla muy agradable, mientras que alrededor, en placas y en
cinco idiomas diferentes, está versado el Padrenuestro. A eso de las
7.00 descendimos.
Aunque ya esperábamos que poder
participar del encuentro de jóvenes argentinos con Francisco dentro de
la Catedral, al mediodía, era muy improbable, quisimos ir al centro a
observar la situación. Desde la Catedral habremos recorrido 600 metros
(cuanto menos), trayecto en el que volvimos a cruzarnos con varios
amigos, y finalmente desistimos de continuar hasta el final de lo que,
según decían, era una cola de 30 cuadras. Caro y Chelo estaban, dentro
de todo, bien ubicados.
Volvimos a Copacabana y
pasamos por el centro de catequesis a buscar el desayuno. Me encontré
con un amigo y, como eran las 9.00, quise quedarme a la catequesis que
estaba por empezar. Calvo, Giu y Fran volvieron al departamento a dormir
un poco, porque estábamos todos muy cansados. La catequesis estuvo
guiada por Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá.
Fue entretenida por demás. Lo cierto es que nunca vi a alguien vestido
de sotana con tanta y tan buena onda. A continuación cito algunas ideas
que me parece interesante destacar:
''En estos dos o
tres días, Dios nos bendijo con lluvia y frío para encontrarnos aquí,
porque sino muchos estaríamos en las playas de Copacabana. Estamos
recogidos aquí para que el viaje no sea en vano. Los caminos de Dios no
son los nuestros.''
''Si alguien quiere ser alegre
sin dolor y sufrimiento, que se quede esperando sentado, porque la
alegría no le va a llegar nunca.''
''Ser cristiano
no es una filosofía, una espiritualidad o una moralidad. Es experiencia
de seguir a Cristo, de vivir con Él las 24 horas.''
''No hay que creer todo lo que dicen. Hay que cuestionar sin frenar en búsqueda de la Verdad, hasta encontrarla.''
También detalló cinco puntos que, según su experiencia, sostienen nuestra fe y marcan la diferencia:
- la apostolicidad
- los sacramentos. En especial la Eucaristía, presencia real y viva de Cristo
- María. No se puede ser verdadero seguidor de Jesús sin amar a María
- la santidad
- la Vida Eterna. Caminamos hacia el Cielo, viviendo el Cielo en la Tierra
Antes de responder algunas preguntas abiertas, el Monseñor invitó a
que algunos peregrinos dieran un breve testimonio. Tomando algo de
coraje, me animé a pasar, pero me quedé con las ganas porque no alcanzó
el tiempo. Terminada la catequesis, se celebró la misa, que terminó al
mediodía, rezando el Angelus.
Volví a ''casa''. Los
chicos se despertaron y almorzamos fideos, de nuevo... A las 14.00
fuimos a la playa de modo de poder ubicarnos para la ceremonia de
bienvenida al Papa. Se repitió el mismo fantástico caos de personas del
martes en el centro. Pudimos acomodarnos a unos 150 metros del escenario
(según los chicos; para mí era una mayor distancia) y nos dispusimos a
esperar. Yo estaba con mucho sueño y me dolía la cabeza, por lo que
intenté dormir un poco hasta las 17.00, hora a la que pasaría Francisco.
Sin embargo, entre los gritos masivos esporádicos y las patadas
accidentales en los pies de quienes buscaban un lugar entre la multitud,
resultó imposible.
El dolor de cabeza empezó a ser
más fuerte y quise ir a tomar una siesta en el departamento para volver
un rato después. Eran poco más de las 15.00. Como el vallado que marcaba
el camino del Papa hacia el escenario ya estaba armado, tuve que
caminar bastante (calculo que unos 800 metros, por lo menos) para
encontrar el paso abierto. No dejaba de sorprenderme la cantidad de
peregrinos que había. Donde sea, mirara adonde mirara, los grupos de
gente parecían no terminar nunca. La salida de la playa fue imposible...
En la abertura de unos 7 metros de ancho, el ingreso era de baja
velocidad pero de una magnitud impresionante; el caudal de salida, en
cambio, era completamente nulo. Apenas si se podía respirar. Me resigné y
volví con los chicos, casi una hora después de dejarlos.
Algo aburrido por la espera, pude intercambiar algunas estampas y un
pin, y luego me puse a escribir el día anterior. Poco después de
terminar, pasadas las 18.00 hs, la ceremonia dio comienzo. Todo lo
siguiente fue, nuevamente, sumamente emocionante. Aunque reconozco que
por momentos me distraje un poco por el movimiento y el murmullo, las
palabras de Francisco fueron muy cercanas.
Haciendo una
comparación entre la revolución copernicana y el acontecimiento de
conocer a Cristo, recordó constantemente que hay que poner siempre a
Cristo como centro de nuestra vida. También invitó a ''derramar fe,
derramar esperanza, derramar amor''. Explicó con algo de dolor que ''es
feo ver a un obispo triste'', pidiendo que recemos por los obispos,
incluyéndolo. También hizo hincapié en que ''la fe no es 'algo más',
implica un cambio radical'' y, entre todo, destacó la fundamental
importancia que tiene la coherencia en el cristiano.
Para la salida de la playa, a las 19.30, se intentó mejorar la
organización, usando el equipo de sonido para pedir que permaneciéramos
unos instantes en el lugar que ocupábamos hasta que se descongestionara
la muchedumbre de a poco. No sé qué tal funcionó, pero viviendo cerca,
nosotros no tuvimos tantas dificultades para llegar a casa. El hecho de
que la ceremonia hubiese terminado más temprano que la misa de
inauguración puede haber influído, porque para muchos peregrinos la cena
podría esperar hasta estar en su barrio de alojamiento.
A eso de las 21.00 fuimos a cenar enfrente del departamento. El menú
del peregrino que quedaba disponible incluía frango (pollo) grillado,
arroz, papas fritas y ensalada de colores (así le dijimos nosotros,
porque tenía zanahoria, lechuga, tomate y repollo), que acompañé con
jugo de mango. Caro y Chelo nos contaron sobre el mensaje de Francisco
en el encuentro con la delegación argentina, al que pudieron entrar.
Después de cenar volvimos, nos bañamos (yo seguía chocándome las
paredes) y nos acostamos tipo 23.30.
Algo que me
llamó mucho la atención durante toda la Jornada fue que el canto
predominante entre todos los peregrinos, es decir, el que más se
escuchaba, era: ''Esta es la juventud del Papa''. Con un amigo en
particular, nos preguntábamos por qué en cambio no cantábamos: ''Esta es
la juventud de Cristo''. Sé que a algunos les puede molestar o
incomodar mi opinión sobre el tema pero, considerando también lo vivido
en los vallados para el paso de Francisco con el Papa-móvil, creo que
tengo derecho a expresar que temo que muchos estén experimentando una fe
Papa-céntrica. Por dentro pensé muchas veces que si, al momento de
contemplar a Jesús sacramentado, todos tuviéramos aunque sea un cuarto
del entusiasmo que tantos demostraron ante la figura del Vicario de
Cristo, sería todo más hermoso y muchas cosas serían diferentes.
Vuelvo a destacar las palabras del mismo Francisco: ''No podemos olvidarnos de poner a Cristo como centro de nuestra vida''.
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