miércoles, 28 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (8º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Domingo 28 de julio de 2013
   Último día de la Jornada Mundial de la Juventud...

    Nos levantamos pasadas las 7.00 para ir alrededor de las 8.00 a la playa. Ya estaba todo vallado, así que esperamos un buen rato. A medida que se acercaba la hora del paso de Francisco hacia el escenario, como las otras veces, la gente se inquietaba y comprimía. Aproveché el tiempo para continuar con el diario de viaje y me causó algo de gracia que algunas peregrinas de Brasil arldedor nuestro miraban mi cuaderno con curiosidad.

    El Papa pasó a eso de las 9.30 y, una vez más, pudimos verlo de cerca. Fue la última vez. Se abrieron las vallas y nos acercamos a la playa. Antes de arrancar la misa, todos los participantes de la JMJ hicimos, supuestamente, el flashmob más grande del mundo. Aunque no conocía el paso, hice lo posible por seguirlo. Fue bastante divertido.

    La misa de envío fue simplemente genial. Pude seguirla sin problemas con ayuda de la guía litúrgica del peregrino, terminó de confirmarse el rumor de que la próxima Jornada será en Polonia, recibí la Eucaristía con una enorme sonrisa y, como no podía ser de otra forma, la homilía de Francisco fue excelente. A continuación, detallo lo que llegué a apuntar:

''Hay tres palabras clave que Jesús nos dice hoy:
Vayan
Sin miedo
Para servir
Estos días tuvimos la experiencia de encontrarnos con Jesús y entre nosotros, pero no podemos quedárnoslo. Sería como apagar una llama que arde.''

''Pero cuidado. No nos pregunta si queremos o si tenemos tiempo. Dice 'vayan'. El mandato no sale del dominio, del poder, sino que nace de la fuerza del Amor.''

''No nos trata como esclavos, sino como hombres libres, como hermanos. Nos envía, sí, pero nos acompaña.''

''La Iglesia necesita de ustedes, de su entusiasmo, de su creatividad para anunciar el Evangelio.''

''El miedo que podemos sentir es el mismo de Jeremías, por ser joven. No tengan miedo. Jesús no nos deja solos. ¡Nunca deja solo a nadie! No dijo 'andá', dijo 'vayan'. Nos envía juntos. No ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados. Los llamó a que vayan unidos, a que formen una comunidad.''

   Se dirigió particularmente a los sacerdotes para decirles que seguramente esta experiencia los rejuveneció, pero la euforia de un encuentro así es una etapa. Pidió que, por favor, sigan acompañando a los jóvenes una vez superada esa euforia.

''La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.''

''Evangelizar significa testimoniar. Hacerse esclavo es ofrecer la vida, hacerse servidor. No hay mayor alegría...''

''No tengan miedo de ser generosos con Cristo.''

''No están solos. La Iglesia está con ustedes; el Papa está con ustedes; Jesucristo está con ustedes.''

El saludo de la paz
El saludo de la paz


    Finalizada la misa, Martín Valverde, Soledad Pastorutti y Axel Fernando cantaron juntos la canción ''Nadie te ama como yo''. Cerrada la Jornada Mundial de la Juventud, pasadas las 12.00, quisimos comer pizza, pero la pizzería a la que habíamos ido un par de veces estaba cerrada y había que esperar una hora hasta que abriera. Siendo el último día, teníamos que agotar las tarjetas de comida. Calvo y Ale se lo tomaron muy en serio, llegando al departamento con helado y una pequeña cerveza para cada uno. Ahora, sacando cuentas, no nos iba a alcanzar para las pizzas y la cena. Para ahorrar, comimos sandwiches, de nuevo... ¡pero esta vez con postre!

    A las 16.00 salimos a pasear. La idea era ver el atardecer desde las playas de Ipanema. Empezamos caminando por la arena. Me dolió muchísimo ver la playa en las condiciones en que estaba tras la Vigilia, repleta de basura desordenada por todos lados. Recolectores o basureros empezaban a trabajar. Entre el punto 3 y el punto 4 fuimos a la vereda, para ver los puestos de artesanos y ropa de la costa. Sin esperarlo y estando ya resignados por no haberlo visto antes, nos cruzamos finalmente con Maxi, un muy buen amigo, seminarista de la parroquia y, así, con otros buenos amigos seminaristas más, incluyendo a Cristian (el otro seminarista de la parroquia) y a Gusti (el hermano de Chelo). Después de charlar un rato, quedamos en juntarnos para cenar al día siguiente y seguimos camino.




    Al ir buscando algunos regalos, íbamos a un paso tranquilo. Terminó por hacerse algo tarde, ya que cuando llegamos a las playas de Ipanema, para las 18.00, el sol ya se había escondido detrás de los morros. Eso no evitó que pasáramos un muy buen rato, tomando mates con unas vistas impresionantes. Tipo 20.00 pegamos la vuelta, nuevamente por la playa, maravillados por la costa de Copacabana y ya empezando a extrañarla.


    Aún había hombres y mujeres limpiando las playas. En el camino, compramos algunos obsequios. Por mi parte, conseguí todo lo que quería comprar, salvo una remera para mí. También pudimos conversar con una simpática pareja de unos 60 años que hablaba español muy bien y, como anécdota, nos contaron que habíamos vivido la semana más fría en Río de Janeiro desde hacía 15 años. Me acordé del arzobispo de Panamá: ''Los caminos de Dios no son los nuestros. Así, el viaje vale la pena''.

    Llegando a casa, como teníamos salsa, pensamos en comprar fideos y queso, para poder comer barato y rico. Con lo que nos quedaba, compramos más agua, galletitas, leche y mermelada para el día y medio que nos restaba antes de emprender el regreso a Mar del Plata.

    Mientras cenábamos, revivimos lo compartido en la semana y reímos mucho. ''Todo esto se va a extrañar'', pensábamos. Lo cierto es que no quería volver a la realidad (porque todo parecía un sueño) y, al mismo tiempo, de a poco iba añorando mi vida que, ya en ese momento comprendía, no es menos hermosa que Río de Janeiro. Disfruté de una larga ducha antes de acostarme, a las 23.30.

    En el camino de vuelta desde Ipanema, llegamos a ver en una televisión el despegue del avión del Papa Francisco. En uno de sus mensajes nos alentaba a salir al encuentro, a no encerrarnos. ''No saben lo que es estar enjaulado''. Me parece a mí que el hombre libre escogió su nombre como ofrenda y oración a la vez. A mi un solo nombre no me alcanzaría para no encerrarme ni mucho menos para cubrir todas mis carencias... Cerré los ojos, como tantas veces, pidiendo fuerza, paciencia y humildad, para hacer todo lo demás.

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