miércoles, 21 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (1º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días,recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia.Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que,para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más,agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Domingo 21 de julio de 2013
    Ala 01.00 salimos con el Tienda León desde Mar del Plata hacia Buenos Aires. Tuvimos una parada breve en Minotauro y, ya en Capital Federal, hicimos un trasbordo antes de llegar a Aeroparque a eso de las 08.00.

    Despachadas las valijas en el aeropuerto, esperamos un rato hasta las 10.15, cuando un colectivo nos acercó al avión. Al momento de subir, algunos peregrinos cantaban 'Rendid a Yahvé' (una conocida canción de la Iglesia en Argentina), animando el avión. No subía a uno desde hace casi 18 años. Envié algunos mensajes de texto a personas importantes antes de tener que apagar el celular y, alrededor de las11.00, partimos.

    La sensación de despegue es similar a la de ascenso en un ascensor (valga la redundancia), aunque mucho más acelerado y más largo. La vista desde el avión es increíble. No cambia mucho de lo que se puede ver en la televisión o videos, pero vivirlo es otra cosa. Con un poco de esfuerzo e imaginación, uno puede sentir que vuela por su cuenta.

    El aterrizaje fue algo movido y largo (entre 10 y 15 minutos desde la autorización). Una buena descripción sería 'revoltoso'. De todas formas, nada grave. En San Pablo tuvimos que esperar hasta las 17.30 para subir al otro avión, así que paseamos un poco por el aeropuerto. La temperatura era de 28ºC. A eso de las 16.00 preferimos ir con tiempo a la puerta por la que teníamos que abordar y descansamos un poco. Sin embargo, al ratito empezaron a llegar peregrinos de Uruguay, Venezuela, Colombia y otros de Argentina. La Jornada empezó a palpitarse entre fotos, cantos y bailes ques acudieron el aeropuerto.

    Una vez sobre el avión, la autorización para el despegue se demoró casi una hora, pero el viaje fue rápido y antes de las 20.00 ya estábamos esperando las valijas junto a la cinta de equipaje, ¡en Río de Janeiro! Por cierto, ver San Pablo y Río de Janeiro de noche, desde un avión, es maravilloso.

    En cuanto las levantamos (aunque llevó un tiempo), tomamos un taxi que en 20 minutos nos trajo hasta nuestro departamento (el que alquilamos, para poder estar más cómodos y acortar tiempos de traslado durante la semana), nada más y nada menos que en Copacabana. Ya era de noche y el tráfico era mucho y rápido, pero llegamos a ver una buena parte de la ciudad, incluídos a la distancia el Pan de Azúcar y el Cristo Redentor.

    Alas 21.00 nos recibió de muy buena manera Ruth, una anciana muy amable. El departamento no tiene una gran vista y tiene colgados algunos cuadros que desentonan un poco con el ambiente, pero es amplio y muy cómodo. Tiene dos habitaciones con una cama de dos plazas cada una, un balcón, un baño mediano y otro pequeño, cocina y un living-comedor con una mesa, 6 sillas, un sillón, un sofá y un sofá-cama. También tiene televisión, pero al parecer no hay cable.Creo que es mejor así.

    Cenamos unos fideos y nos bañamos. Debo decir que contar con un calefón es genial, aunque me choque las paredes de la ducha. Finalmente, me acosté. Por alguna razón, no podía dormir y, a eso de las 00.00, llegaron Caro y Chelo, amigos de Mar del Plata y compañeros de alquiler. Calvo, Giu y Franchi estaban durmiendo, ya que yo fui el último en bañarme. Luego de mostrarles la disposición que propusimos (es decir, Franchi y Giu en una habitación; Caro y Chelo en la otra; Calvo y yo nos turnamos cada noche para dormir uno en el sofá y otro en el sofá-cama del living), volví a acostarme. Dormí fuera de la bolsa de dormir porque, incluso de noche, hace calor. Cerré los ojos y una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, mientras pensaba: '¡Ey! Estamos en Río...'

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