viernes, 23 de agosto de 2013

Crónicas de un viaje inolvidable (3º día)

Bitácora personal de la Jornada Mundial de la Juventud - Río de Janeiro 2013

   Teniendo en cuenta que pude participar de una experiencia que muchos no tienen la oportunidad de vivir y sumando mi humilde afición a escribir, decidí plasmar lo más significativo con dos objetivos.
   En primer lugar, más allá de que queda todo guardado en el recuerdo, con el tiempo algunas cosas se pueden desdibujar en la inmensidad de la memoria, por lo que con un texto como este, solo debo tomarme unos minutos para tener la posibilidad de volver en cuerpo y alma a esos maravillosos días, recordando cada detalle.
   En segundo lugar, pensaba en todos mis amigos que miraron las pantallas de la televisión o leyeron el diario para tratar de estar un poco más cerca, a la distancia. Publicando el siguiente diario personal de viaje, puedo compartirlo con cada uno y, así, ellos también pueden participar de mi alegría.
   Son notas muy subjetivas, ya que no tengo la intención de presentar una evaluación del evento ni un tour turístico. Sepan disculpar si me voy por las ramas en algunos momentos; resulta que, para mí, los detalles son importantes y permiten pintar una imagen más cercana y personal de lo ocurrido.
   Sin extenderme más, agradezco que te tomes un tiempo para leer las locuras de alguien que no se encuentra solo en su locura.


Martes 23 de julio de 2013

    Nos levantamos entre las 8.00 y las 9.00. Una semana atrás había estado de convivencia con los jóvenes de la parroquia y tomado algo de frío. Pasada una semana y en un viaje tan importante, estar resfríado ya era algo molesto, aunque no me desanimé. Desayunamos y salimos a pasear por la costa de Copacabana.

    El día no estaba muy lindo. De a ratos chispeaba (lluvia muy suave, de gotas finas) y estaba algo fresco (tampoco tanto), pero no dejó de ser agradable, en especial para mi, que disfruto bastante caminar bajo la lluvia. Recorrimos todos los pontos (puntos de referencia que hay por la costa, frente a la playa; el departamento estaba ubicado a la altura del ponto 2) hasta el 6. Desde allí, la vista es preciosa, pudiéndose observar muy bien el Pan de Azúcar.

    Estuvimos tomando agua de coco y un poco de mate. Tres peregrinos de Panamá y uno de España se acercaron intrigados por nuestra típica infusión y les convidamos mientras charlábamos un poco. Me encanta poder saludar todo tipo de personas con una gran sonrisa sabiendo que, a pesar de que no nos conozcamos, nos une una profunda amistad. Luego de eso, pasamos por el Forte de Copacabana, pero no entramos. Unas cuadras más allá encontramos un shopping de antiguedades. Había muchos locales cerrados y no nos llamó mucho la atención.

    Era cerca del mediodía, así que volvimos caminando a casa para almorzar. Teníamos el problema de tener en nuestra posesión solamente los kits del peregrino (incluídas las tarjetas de débito para comida) de Caro y Chelo, porque nuestro responsable de grupo tuvo inconvenientes para retirar los nuestros. Terminamos almorzando pizza, de nuevo.

    La animación del acto de inauguración empezaba a las 16.00. Como estábamos a solo unas cuadras del escenario y, teniendo en cuenta que había refrescado, decidimos esperar un poco. Mientras tanto, nos bañamos y aproveché para ponerme al día con este diario de viaje. También pasamos de nuevo por el hotel de nuestro responsable de grupo (estaba a unas pocas cuadras de nuestro departamento) para ver si ya estaban nuestros kits, pero todavía no había vuelto. No sé bien cómo describir las siguientes horas... Voy a hacer mi mejor esfuerzo, pero es muy difícil, si no imposible.

    Fuimos a las 18.00 a la playa para la apertura. Apenas nos ubicamos a unos 500 metros del escenario-altar, rezamos todos un rosario. Cada misterio fue guiado por un joven representante de cada continente, cada uno en un idioma diferente. A la par, ondeaban alrededor, hasta donde alcanzara la vista y más lejos aún, banderas de Brasil, Argentina, Uruguay, Angola, Panamá, Italia, Chile, Bolivia, España, Alemania, Australia, Corea del Sur, Sudáfrica, Suiza, Venezuela, China, Perú, Estados Unidos, Costa Rica, Reino Unido, Senegal, Méjico y no sé cuántas más. A lo largo de toda la costa había muy bien dispuestas grandes pantallas y muy buenos equipos de sonido a distancias que permitían que todos compartiéramos lo mismo. La muchedumbre se extendía desde el escenario hasta el horizonte y desde la orilla hasta los edificios como un mar de personas, rezando en una lengua nativa de África, en castellano, en alemán, en inglés y en chino, respectivamente con cada misterio.

    La misa, celebrada en portugués, fue emocionante, aunque la palabra queda chica. El momento de la Eucaristía fue simplemente hermoso, pudiendo comulgar todos a quienes mi vista llegara. El saludo de la paz y el Padrenuestro, de fantasía. Todo el tiempo, todo el día, se mantuvo el chispeo y unas ráfagas de viento esporádicas. Algunos se quejaban, pero yo sentía que era el mismo Espíritu purificador animándonos, moviéndonos, permaneciendo en nosotros.





    Finalizada la misa e inaugurada oficialmente la Jornada Mundial de la Juventud Río de Janeiro 2013 (¡al fin!), nos encontramos nuevamente con amigos que también iban al hotel de nuestro responsable de grupo para conseguir los kits y así poder cenar sin tener que hacer gastos innecesarios. Al cruzar la calle, llegué a saludar, de causalidad, a otra amiga, entre miles de personas. Llegamos al hotel y finalmente conseguimos los kits. Nuestro responsable había sufrido horas y horas de espera para conseguirlos.

    Quisimos ir a cenar, al igual que el resto de los peregrinos... No hay palabras. La misa había terminado alrededor de las 21.15 y durante dos horas y media estuvimos recorriendo locales de comida que cerraban por quedarse sin comida. A la par, las calles seguían superpobladas y aún había peregrinos en la costa, donde se había celebrado la inauguración. Repito, indescriptible. Finalmente cenamos pan y fiambre, de nuevo...

    En resumen: escalofríos, muchos; ganas de llorar, varias; sonrisa y carcajadas de alegría, constantes; certeza y verdad, belleza y comunión, más cercanas y firmes que nunca. Nos acostamos a dormir alrededor de la 1.00. La JMJ no es un evento, ¡es un acontecimiento!

No hay comentarios: