Supongo que no es un nombre muy original. Más de uno lo habrá pensado.
Sin embargo, quizás capte la atención de alguien. Yo creo que ese es el
punto, porque si hay algo que sabe llamar mi atención, cuanto menos,
son sin duda las miradas. Lo que se suele llamar ''juegos de miradas'',
debo reconocer, son de mis juegos preferidos. No estoy seguro de que
sean divertidos de una forma clásica, pero no hay dudas sobre que saben
sacar sonrisas y alguna que otra risa media cortada por los nervios o el
fuerte palpitar del corazón. ¿Cómo puede generar tanto una simple
mirada, con sus pocos segundos de duración? Ni siquiera es un beso,
después de todo. Y he aquí lo mágico. Si un simple cruce de puertas del
alma puede generar todo eso y permanecer inmortal en el recuerdo, la
sola idea de un beso puede estremecer a uno al pensar en todo lo que
puede hacer brotar.
Personalmente, me gustan los abrazos.
Además, dicen que soy abrazable. Al pensar en algunas personas con las
que comparto un cariño especial, un abrazo suele ser lo primero que se
me viene a la cabeza. De alguna forma, sin palabras, transmite la
esencia de la persona. Exactamente lo mismo sucede con una mirada, si
ambos participantes se prestan a abrir las puertas, pero resulta aún más
fantástico porque todo se produce a distancia, sin un mínimo contacto
físico. La posibilidad de dar una caricia en el rostro ya entra en otra
categoría de sueños hechos realidad. Como sea, nadie puede negar que se
siente maravilloso cada vez que alguien llega, te mira, sonríe y
¡chiplatuf!
En fin, he detallado mi opinión acerca de
estos nexos interpersonales en muchas ocasiones, por lo que quien haya
prestado un mínimo de atención a lo que un loco sano como yo puede haber
dicho alguna vez, no debe estar encontrándose con nada nuevo entre
estas líneas. ¿Por qué, entonces, vuelvo a detallarlo? Para empezar,
después de incluir a las miradas en tantos otros delirios, al fin caigo
en cuenta que, nada más y nada menos, merecen ser tratadas en detalle.
Por otro lado, si bien nunca dejaron de estar, ando jugando de nuevo
últimamente.
Por supuesto que dicho juego anda
produciéndome algo de añoranza, esperanza (¿o será ilusión? A veces me
cuesta distinguirlas, como ya saben) y quizás, aunque no quiera
reconocer, una pizca de confusión. ¿Cómo es que los disfruto, entonces?
Cualquiera tendería a pensar que vuelvo a entrar en un círculo del que
no puedo salir simplemente porque no quiero. En parte, puede ser cierto.
Por otro lado, he intentado convencerme de que la otra participante se
equivoca al encontrarme sobre el tablero, pero es tan buena jugadora
que, aunque quiera negarlo con todas mis fuerzas, el mundo (si así
quieren llamarlo) me termina conduciendo nuevamente a ella.
Y
es inevitable. Aunque mire hacia todos lados y gire la cabeza cuando
estoy por cruzármela, algo siempre me termina atrayendo y la pesco con
ojos de enamorada. De acuerdo, debería censurar esta parte, ya que
podría herir algunas susceptibilidades, pero terco como soy, sigo
creyendo firmemente que uno debe abrazar la verdad siempre, incluso
cuando no quiere escucharla. Después de todo, si una parte propone el
diálogo y la otra no hace más que esquivarlo, sin arriesgarme a
mencionar posibles razones, considero que da bastante que pensar. Más
allá de eso, puede que la jugadora haya cambiado y ellos ni lo sepan.
Sin
irme más por las ramas (o miradas, en cualquier caso), supongo que
existen parejas no tan buenas, buenas, excelentes o extraordinarias.
Creo firmemente que entre todas estas, hay parejas que están hechas para
formarse y jugar, más allá del resultado final. No es una cuestión de
destino, sino una cuestión de dos almas que se encuentran. Y ¡chiplatuf!
Simplemente no se puede hablar más al respecto. De acuerdo, tanto yo
como cualquiera podría decir mucho más, pero prefiero sumergirme,
perderme en el recuerdo, sentir el brillo en mis ojos, el latido de mi
corazón salame y la inevitable sonrisa que se asoma en mis labios. Ahora
sí que no puedo hablar (o escribir), sino tan solo contemplar.
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